AEGYPTIAKA. LA PIEDRA ANGULAR DE LA HISTORIA DE EGIPTO.

MANETON Y SU OBRA MAGNA.

La Historia de Egipto de Manetón lamentablemente no nos ha llegado de forma original, sino conservadas en fragmentos de diferentes autores y fuentes, que pueden clasificarse en dos grupos bien definidos. 

El primero lo forman las citas transmitidas por Tito Flavio Josefo,  nacido dos siglos después de Maneton y de origen judío, matiz importante ya que esta circunstancia natural hay que tenerla presente si tenemos en cuenta el hecho de que la historia patria de Israel hunde sus raíces en Egipto. su utilización por parte del historiador careció de un enfoque crítico y es presumible que la manera en que ha llegado hasta nosotros «vía Josefo» sea, al menos en parte, corrupta, pero no cabe duda de que el testimonio es de primer orden. 

El segundo testimonio está constituido en líneas generales por las divisiones  dinásticas recogidas especialmente por Sexto Julio Africano, igualmente conocido como Jorge el Monje, creador de la cronología cristiana y que por su fanática  enfocó la finalidad de la obra de Manetón como excusa para pretender hacer encajar los relatos de la Biblia con la cronología de antiguas civilizaciones, sobre todo la egipcia a pesar de haber sido utilizada para la reconstrucción de la historia de Egipto.  



La Aegyptíaka no solo no se conservó en su totalidad, sino que se vio envuelta en una disputa entre polemistas semitas y antisemitas, período en que las disputas versaban sobre las civilizaciones "más antiguas", de forma que la crónica original del autor fue muy probablemente alterada deliberadamente. Debemos, pues, reconocer que Manetón ha llegado hasta nosotros en peor situación de la que hubiéramos deseado. Por un lado, su Historia está incompleta, por otro, al pasar por tantas manos fue manipulada por razones ideológicas, personales o por faltas de objetividad. 

LA OBRA.

Es la obra más extensa de Manetón, y la de mayor relevancia. Está organizada cronológicamente y repartida en tres volúmenes. Establece una división de gobernantes en dinastías que fue una innovación suya. 

Manetón acuñó el término "dinastía" (del griego dynasteia, "poder de gobierno") para representar grupos de gobernantes con origen común; concepto dinástico que Manetón no lo entendía como lo hacemos hoy (linajes consanguíneos), sino que introdujo cada dinastía cuando percibía algún tipo de discontinuidad, especialmente en la dinastía I, en la que se refiere a cada faraón sucesivo como "hijo" del anterior para definir lo que entiende por "continuidad". 

Dentro de la superestructura de una tabla genealógica de gobernantes, Manetón se extiende con narraciones extensas sobre los gobernantes faraónicos. 

Se suele afirmar que la Aegyptíaka se escribió con la intención de establecer una historia nacional hasta entonces inexistente y alternativa a la visión que ofreció de Egipto Heródoto. 

Cuesta trabajo imaginar a una persona que se hallara en mejor situación para escribir una historia antigua de Egipto que Manetón. Contaba con el armazón de conocimientos indispensables para tal cometido y la posibilidad de acceder a los archivos egipcios. Podía descifrar la escritura jeroglífica de tablillas, obras arquitectónicas y esculturas sin necesidad de recurrir a un cicerone no siempre bien comprendido, como sucedió en el caso de Herodoto. A todo ello se unía un conocimiento suficientemente profundo de la historiografía griega que le permitía efectuar comparaciones y emitir juicios críticos. Aunque podemos admitir que Manetón, como hijo de su tiempo, habría considerado como histórica buena parte de la mitología egipcia, no por ello podemos dejar de ver que la pérdida de buena parte de su obra constituye una desgracia sin paliativos para el historiador. 

Para crear esta obra Manetón utilizó las Listas Reales egipcias para estructurar su Historia. Existían precedentes de esta disposición en Egipto y algunos se han preservado hasta hoy. Josefo afirma que utilizó una "tradición oral anónima" y "mitos y leyendas", lo cual es perfectamente plausible para la época. En algunos casos, Manetón intentó sincronizar la historia egipcia con la griega, razón por la cual muchos nombres de faraones les conocemos con el nombre helenizado y no con su nombre original egipcio, pero también hay que tener en cuenta que a partir de la dinastía V, los faraones adoptaron cinco títulos diferentesː el nombre de Horus nombre que recibe al poseer la titulación real, el nombre de Nebty otorgado al poseer el cargo de señor del alto y bajo Egipto, el "nombre de Horus de Oro" Hornub nombre atribuido para demostrar superioridad ante sus enemigos, el nombre de Trono, praenomen nesu-bit y el nombre de Nacimiento (nomen). Algunos faraones poseían asimismo varios nombres dentro de estos títulos, como Ramsés II, del que se conocen más de veinticinco variantes de su nombre de Horus. En consecuencia, escogió alternativamente entre los cinco títulos distintos, pero en algunos casos es posible una asociación lógica. Así, Men o Meni, nombres de hijo de Ra y de lista real, se convierten en Menes, mientras que Menkauhor/Menkahor, nombres del Trono y de lista real, el nombre de Horus es Menjau y el nombre de hijo de Ra es "Ikau-Hor" se transcribe como Menjeres. Sin embargo, en otros casos se acorta, como Aajeperen-Ra, nombres del Trono y de lista real, que se convierte en Jebron (Thutmose II). Algunos cambiaron las consonantes por razones desconocidas, como Tausert, que termina siendo Tuoris. Existen más nombres desconcertantes en algunos de los faraones de las primeras dinastías mientras que de otros no se puede reconstruir la forma original en egipcio. Actualmente se usan las transcripciones de Manetón (traducciones griegas) en los textos más populares y las de las listas Reales en las transcripciones egipcias académicas y gracias a él y a su obra la división en dinastías continúa siendo el fundamento cronológico de la historia del Antiguo Egipto. 

Las transcripciones de Manetón coinciden con varias listas de reyes, por lo que se acepta que siguió alguna de ellas aunque las Listas Reales a las que tenía acceso Manetón son desconocidas, pero de las que sobrevivieron hasta hoy la más parecida es el Canon Real de Turín, la lista real de Saqqara o piedra de Palermo. 

La obra de Manetón fue y sigue siendo un referente a tener en cuenta para la egiptología, es sin duda alguna una fuente de información imprescindible, pero también es cierto que es una temeridad pensar que su obra es literal, exacta y no cuestionable aunque este repleta de aciertos, desde conocimientos que solo constan en su obra a información que de un principio nos pareció descabellada por falta de pruebas y que con el paso del tiempo se ha comprobado su veracidad como a medida que la egiptología avanza. Aciertos como: la atribución de un origen tinita a las dos primeras dinastías, la localización de los primeros logros médicos en la I Dinastía, la omisión de la dinastía copta, que efectivamente no existió, la transmisión de los únicos datos escritos de la Antigüedad acerca de los hicsos, la existencia de dos monarcas posteriores a Horemheb desconocida por nosotros o aun desconocidos, el testimonio único acerca de Neferkare y una serie de datos muy precisos sobre las Dinastías XXVIII y XXIX. Si a todo ello le añadimos el mar de informaciones que nos proporciona, confirmadas en mayor o menor medida por hallazgos posteriores o por otras fuentes escritas, no puede negarse la importancia trascendental de Manetón para la historia de Egipto y de la Antigüedad.  

Pero en su obra no todo fue positivo, y a las pruebas me remito. Los datos sobre la III Dinastía resultan casi imposibles de utilizar, menciona una VII Dinastía que posiblemente no existió, aunque sigue siendo cuestionable, la etimología relacionada con los hicsos es errónea, su atribución de un origen Tinita a la Dinastía XXIII es equivocada, así como las cifras que da en relación con la Dinastía XXII y leyendas y anécdotas, como el inverosímil asesinato que mando cometer la faraona Nitocris, que invitó a los asesinos de su hermano y marido, el rey de Egipto, a un banquete y los asesinó cerrando todas las puertas e inundando el lugar, ahogándolos con las aguas del Nilo hacia allí encauzadas. Después, para escapar de los otros conspiradores, se suicidó lanzándose al fuego, historia rocambolesca que no aportan nada a la historia. Pero, no obstante, no deja de ser curioso, que incluso errores de bulto como la división de la historia de Egipto en 30 dinastías (que es sabido que no se corresponde con la realidad de los hechos históricos) no sólo no hayan sido extirpados por el paso del tiempo, sino que siga siendo un referente en la división de la historia de Egipto dentro de la egiptología hasta el punto de constituir una convención repetida por razones puramente metodológicas. 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario