NO SOLO FUE TUTANKAMON
Cuando hablamos de grandes hallazgos en la egiptología nos viene inevitablemente pensar en el gran tesoro de Tutankamón que descubrió Howard Carter en 1922. Pero como en todo siempre hay un gran protagonista que eclipsa al resto y no hay que olvidar que este gran hallazgo de encontrar una tumba intacta no fue el único ni de la historia, ni del siglo XX.
En el año 1939 el egiptólogo francés Pierre Montet encontró en Tanis varias tumbas de las dinastías XXI y XXII. Las primeras, prácticamente totalmente saqueadas fueron las de Takelot I, rey muy poco documentado ya que tan solo conocemos hasta ahora que fue hijo de Osorkon I, tumba que de este último también fue encontrada por Montet. Pero el gran hallazgo vendría más tarde, entre el año 1939 y 1940 encontró una tumba intacta que pertenecía al rey Psusenes I, un rey del que se tienen pocos datos, tan solo sabemos que gobernó entre 41 y 46 años durante el tercer periodo intermedio y que es el tercer faraón de la dinastía XXI.
El hallazgo fue comparable al que realizó Carter unos 15 años antes. La tumba estaba en mal estado por la fuerte humedad condensada en ella durante miles de años, todo lo orgánico estaba descompuesto, pero todo el ajuar funerario hecho de materiales preciosos estaba intacto, tal como lo habían dejado tras el enterramiento en el 900 a,C más o menos.
Un sarcófago de granito rojo ocupaba casi toda la habitación, bajo el había otro de granito negro que Montet no quiso abrir hasta que no llegara el rey Faruq a la tumba.
Ante la presencia del rey Montet decidió abrir el sarcófago y encontró el tercer y último que protegía definitivamente al rey Psusenes I. Inusualmente el sarcófago era de plata, material mucho más costoso en esa época que el oro ya que en Egipto no existía ninguna mina de extracción de este material y tenía que ser importado de otros lugares. Otra razón por la que lo hace inusual es la dureza de este material ya que no es tan maleable como el oro y su trabajo es más laborioso. Otro material que abundaba en la joyería del ajuar funerario era el costoso y preciado lapislázuli. Las riquezas que en ella había era incalculable, comparada con la de la tumba de Tutankamón. Por primera vez se había encontrado una tumba intacta no solo repleta de tesoros sino también de gran información científica e histórica sobre un oscuro tercer periodo intermedio que apenas se tenía información, así como la del rey que en ella descansaba que ni se conocía su existencia.
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