LOS NUEVE ARCOS, GEOPOLITICA EN EL ANTIGUO EGIPTO

 

"No son gente digna de respeto, son miserables de corazón cobarde. Su Majestad lo ha visto [...]. He capturado a sus mujeres, me he traído a sus familiares [...], he arrebatado su ganado, he cortado su cereal y le he prendido fuego. Yo he dicho la verdad, sin que exageración alguna haya salido de mi boca". 

                                                                     Estela de Sesostris III refiriéndose a los nubios

En la antigua mitología egipcia, los "Nueve Arcos" representaban una concepción simbólica fundamental que abarcaba la totalidad del universo conocido y la organización geopolítica del reino egipcio. Este concepto, encarnaba la idea de la totalidad y la unidad, reflejando la interconexión entre el cielo, la tierra y el inframundo, así como la diversidad geográfica y cultural del país del Nilo. 


Los Nueve Arcos se visualizaban como una serie de arcos o bandas superpuestas, cada una representando una región o entidad geográfica significativa dentro del reino egipcio. Estos arcos no solo eran una expresión de la geografía física, sino que también encarnaban los diferentes aspectos del mundo terrenal y divino. 

Los Nueve Arcos se encuentran frecuentemente representados en monumentos, templos y objetos artísticos de la antigua cultura egipcia, demostrando su importancia en la vida cotidiana y en las creencias religiosas del pueblo. A través de estas representaciones, los egipcios reafirmaban constantemente la idea de la totalidad y la unidad de su reino, así como su conexión con el orden cósmico.

Visión de los nueve arcos y el ave rejit

 

Pero esta no era la única representación con un significado parecido. El ave rejit, un ave representada con brazos humanos  era un indicativo que solía utilizarse para indicar los sitios públicos de los templos y para designar, desde los primeros tiempos, a los enemigos de Egipto. 

SIGNIFICADO TEOLOGICO DE LOS NUEVE ARCOS 

Los Nueve Arcos, en el contexto de la mitología egipcia, adquirieron un significado mucho más profundo que una simple representación geográfica del reino. Estos arcos no solo delineaban las fronteras territoriales del antiguo Egipto, sino que también simbolizaban la interconexión entre los reinos celestial, terrenal y subterráneo, así como la manifestación de la autoridad y la unidad bajo el dominio del faraón. 

En la concepción egipcia del cosmos, el mundo se dividía en tres niveles: el cielo, la tierra y el inframundo. Los Nueve Arcos representaban esta división tripartita de manera simbólica, actuando como un puente entre los distintos planos de existencia. Cada arco no solo era una entidad geográfica, sino también una puerta de entrada a un aspecto específico del cosmos egipcio. Por ejemplo, el primer arco podría representar el cielo y estar asociado con la deidad solar, mientras que el último arco podría simbolizar el inframundo y estar bajo la protección de deidades funerarias como Osiris. 

Además, los Nueve Arcos eran una manifestación visible de la autoridad del faraón sobre las diversas regiones del reino. El faraón, como el hijo de Ra y el intermediario entre los dioses y los hombres, ejercía su poder sobre todo Egipto, desde las tierras fértiles del Delta del Nilo hasta las fronteras desérticas del sur. La imagen del faraón sosteniendo los Nueve Arcos o representado como un señor de los nueve dominios era una forma de afirmar su legitimidad y su posición como el gobernante supremo. 

La presencia perdurable de los Nueve Arcos en la mitología y el arte egipcios refleja su profunda importancia en la cosmovisión y la identidad cultural del antiguo Egipto. Estos arcos eran un recordatorio constante de la interdependencia entre los dioses, el faraón y el pueblo, así como de la necesidad de mantener la armonía y el equilibrio en el universo. Su simbolismo trascendió las barreras geográficas y temporales, convirtiéndolos en uno de los elementos más emblemáticos y perdurables de la civilización egipcia. 

CONCEPTO POLITICO 

El etnocentrismo en Egipto estaba tan arraigado que incluso había un término preciso para referirse a este sentimiento, los nueve arcos, termino representativo que hacía referencia al conjunto de enemigos de Egipto. El nueve era una metáfora de totalidad (tres veces tres), mientras que el arco, que tiene el valor fonético de nb, es traducible como «todos«, lo que servía para aludir a las múltiples tierras infinitas extranjeras, Por tanto, los Nueve Arcos era una expresión que pasó de definir a la humanidad conocida, egipcios incluidos, a los territorios que rodeaban Egipto, susceptibles de ser conquistados o, por contra, de constituir un peligro potencial. En realidad, no hay una lista porque la extensión del Imperio Egipcio fue variando con el transcurso de los siglos y, consecuentemente, también las fronteras, con la consiguiente repercusión en la consideración que se daba a unos u otros vecinos. Pero, por citar algunos y salvando las distancias cronológicas, habría que incluir a nubios, libios, hititas, sirios, persas, hicsos… 

Pedestal de estatua pisando los nueve arcos.



Desde una perspectiva política, los Nueve Arcos adquirían una importancia excepcional al simbolizar la autoridad y la soberanía del faraón sobre las diversas regiones del vasto reino egipcio. Cada uno de estos arcos representaba un dominio territorial sobre el cual el faraón ejercía su poder y autoridad de manera suprema. Esta concepción política y territorial no solo reflejaba la magnitud del control del faraón, sino que también encarnaba la idea de que su gobierno se extendía desde el Delta del Nilo, la región más septentrional y fértil, hasta las tierras más allá de las Cataratas, en el sur, donde el río fluía hacia el desierto. 

La imagen de los Nueve Arcos, que abarcaban todas las regiones geográficas importantes de Egipto, era una afirmación poderosa de la unidad y la integridad territorial bajo el liderazgo del faraón. Cada arco representaba un territorio específico sobre el cual el faraón tenía autoridad absoluta, tanto en asuntos administrativos como en la imposición de la ley y el orden. Esta concepción territorial no solo afirmaba la supremacía del faraón sobre las diversas regiones del reino, sino que también transmitía un mensaje de unidad y cohesión bajo su liderazgo divino. 

Además, los Nueve Arcos también servían como un símbolo de legitimidad y poder para el faraón. Al ser representado como el soberano de todas estas regiones, el faraón afirmaba su derecho divinamente otorgado a gobernar sobre todo Egipto. Esta imagen de dominio territorial y autoridad política contribuía a consolidar la posición del faraón como el gobernante supremo del reino, al tiempo que legitimaba su gobierno ante el pueblo y los dioses. 

INVASORES Y GOBERNANTES, EL LEGADO DE LOS HICSOS EN EL ANTIGUO EGIPTO

 

El gran problema del segundo periodo intermedio es debido al reclamo y poder de los hicsos sobre el bajo Egipto desde su capital, Avaris.   

Aamu era el término que utilizaban desde siempre los mismos egipcios para referirse a los habitantes de Avaris y que siguió usándose al mismo tiempo que denominaban Hicsos de forma más genérica a cualquier habitante fuera de Avaris, a todo aquel que fuera de origen extranjero sobre todo de origen asiático, entiéndase con este término como de los lugares del levante mediterráneo. 

Las excavaciones encontradas en el recinto de Tell al Daba, localización de lo que era Avaris da testimonio de que ya existía desde tiempos anteriores una comunidad de origen asiático completamente asentada y bien integrada. Aunque sea un término Helenizado los Egipcios les llamaban heqa-jasut con su respectivo jeroglífico queda claro  como se referían y de su procedencia. La particula heqa es el término que usaban para referirse a un jefe o soberano y jasut su traducción en este caso literalmente a país extranjero ya que va acompañado de las tres barras que nos indica que es un determinativo plural, es decir que su traducción literal es "soberanos de países extranjeros” traducción que nos lleva a pensar que el concepto de Hicso para los egipcios era muy amplio y genérico, y no concretaban de que lugar provenían exactamente, es decir cualquier extranjero que viniera del este era para los egipcios un Hicso. 




En aquellos años Egipto era un lugar próspero y las etnias de diferentes lugares que huían de sus tierras de origen convivían con los nativos egipcios. 

La cultura de los habitantes de Avaris no era estática y las nuevas generaciones no tardaron en desarrollar características nuevas y en deshacerse de las antiguas y tradicionales. Estos rasgos se dejan ver en los hallazgos de cerámica, objetos de metal y sobre todo en costumbres funerarias distintas a las tradicionales. Mientras tanto las posiciones sociales y el estatus de los colonos iban creciendo y su posicionamiento era más relevante hasta el punto de casarse con mujeres locales de alta posición social. Avaris empieza a tener relevancia con una nueva generación de hicsos que van posicionándose en puestos de poder e influencia y la decretan como la nueva capital del bajo Egipto. 

Unos escritos sobre piedra caliza testimonian “al buen Dios señor de las dos tierras, hijo de Ra de su cuerpo Nehesy...Amado de Seth, señor de Avaris, hijo primogenito del rey...”  

El nombre de Nehesy aparece en el listado del canon de Turin y el cual también Maneton menciona. Nehesy fue un alto funcionario que no se sabe con certeza los años de reinado pero que claramente el texto demuestra que fue el primer rey de Avaris de origen hicso. Pero no solo hay referencia escrita a este soberano, sus herederos Nebsenra, Sekheperenra y Merdjedefra dan constancia de que el nuevo linaje hicso con asentamiento en Avaris había fragmentado el país de Egipto. A partir de ahora los nombres reales se dividían y correspondían con las dinastías de la XIV a la XVII, la XIV y la XV tenían su base en el delta oriental del bajo Egipto con su capital en Avaris mientras que la XVI y XVII su centralización estaba asentada en Tebas. 

El cenit del periodo Hicso fue durante el reinado de Aauserra (Apofis I) de la XV dinastía, que a pesar de que los dos reyes tebanos lanzaron campañas con él se aprecian signos de un renacimiento de tradiciones egipcias. Por escritos sabemos que la procedencia de la riqueza de Avaris es de origen Palestino, del levante mediterráneo y sobre todo de Chipre. Como deja constancia la estela de kamose, el ultimo soberanos de la dinastía XVII, los bienes importados por los Hicsos son variados y numerosos: oro, lapislázuli, turquesas, bronce, aceites diversos, barcos, carros y el imprescindible caballo, animal que no se conocía aun en Egipto y que cambio el concepto de estas tierras en el aspecto de la comunicación. 

Estaba claro que el verdadero poder de los hicsos se basó en su control sobre las principales rutas internacionales: las navales que conectaban Levante con Chipre y Creta, el Camino de Horus, el corredor sirio-palestino, la Ruta del Incienso, la ruta de los oasis hacia Nubia y el propio Nilo. Podríamos creer que el tráfico era unidireccional, a favor de Egipto. Pero, naturalmente, sus relaciones comerciales eran recíprocas, y financiaban sus cuantiosas importaciones con oro, extraído tanto en el Desierto Oriental como en Nubia, de la cual Egipto era intermediario inevitable. Además de recursos humanos, Nubia proporcionaba marfil, ébano, malaquita, plumas y huevos de avestruz. Controlando el Nilo y la ruta de los oasis hasta Sai, a medio camino entre la Segunda y la Tercera Cataratas, los hicsos poseían el total monopolio del oro nubio.  

CONCLUSION 

El flujo de recursos, tanto desde Nubia como desde regiones circundantes, alimentó la prosperidad de Avaris y consolidó el poder de los hicsos sobre el Bajo Egipto. Sin embargo, su dominio no fue duradero, y el resurgimiento del nacionalismo egipcio, encabezado por líderes como Kamose de la XVII Dinastía, finalmente condujo a la expulsión de los hicsos y al restablecimiento de la unidad bajo el dominio egipcio nativo. Aunque el período Hicso dejó una marca significativa en la historia de Egipto, su breve reinado llegó a su fin, dejando tras de sí un legado de cambio cultural y dinamismo económico. 


Bibliografia y lugares de consulta 

"Historia del Antiguo Egipto" por Ian Shaw 2007 

 

Google Scholar: https://scholar.google.com/ 

The Ancient History Encyclopedia: https://www.worldhistory.org/ 

    

LA DUDOSA Y ENIGMATICA DINASTIA XIII

 

Teniendo en cuanta que la perspectiva egipcia sobre la historia, donde cada ascenso de un faraón al trono se ve como una renovación del orden cósmico y una victoria sobre el caos. La estabilidad y el equilibrio eran esenciales para mantener la armonía. Sin embargo, cuando se producían turbulencias en la institución monárquica, como el rechazo de un faraón o disputas sucesorias, se creaba un retorno al desorden y al caos. La visión egipcia de la historia es cíclica, donde los eventos históricos se repiten, y lo que ha sucedido antes puede volver a ocurrir.  

El pasado, presente y futuro se entrelazan, siendo complementarios en lugar de excluyentes. La relevancia de un acontecimiento se evalúa por su conformidad con la regularidad histórica, y los eventos novedosos se integran en las leyes repetitivas de la historia cíclica o se rechazan. 

Las listas conservadas, como el Papiro de Turín, en el que se basa la existencia de esta dinastía con sus respectivos reyes, nos proporciona información hasta el Segundo Período Intermedio de Egipto (dinastías XIV-XVII). Aunque el Papiro tiene inexactitudes y errores, refleja la importancia de las listas de reyes en la sociedad egipcia, tanto por razones administrativas como religiosas. A pesar de sus fallos, el documento testimonia la concepción de los períodos dinásticos como consecutivos, lo que puede llevar a malentendidos sobre dinastías que, en realidad, eran contemporáneas durante las épocas de crisis. Además, otras listas de reyes, como los realizados durante el reinado de Tutmosis III, demuestran la persistencia de la importancia de estas listas con propósitos cultuales. Estas últimas, grabadas principalmente en piedra, presentan omisiones y carecen de detalles específicos como los años de reinado. 

Canon real de Turin


La transición entre la XII y XIII Dinastía en el Antiguo Egipto está marcada por la muerte de  Amenemhat IV, quien no dejó un heredero varón, el trono de Egipto pasó a manos de Neferusobek, hermana de este según cita Maneton  

NEFERUSOBEK, EL FIN DE LA DINASTIA XII 

Hija de Amenemhat III que tuvo al menos dos esposas, Aat y otra reina sin nombre y no se sabe con certeza quien fue su madre. Neferusobek no fue la única hija del faraón; Neferuptah también parece haber sido considerada como heredera. Además, se encontraron evidencias de entierros de otras tres princesas en su complejo piramidal de Magzhuna, en Dahshur, aunque su relación con Neferusobek no está clara. 

La relación entre Amenemhat IV y Neferusobek no está definitivamente establecida. Maneton  sugiere que eran hermanos, mientras que algunos investigadores especulan que podrían haber estado casados. Sin embargo, esta no ostentaba títulos reales como "Esposa real". Su ascenso al trono pudo haber sido motivado por la falta de un heredero varón para Amenemhat IV. No obstante, hay indicios de que Neferusobek pudo haber usurpado el trono después de la muerte de Amenemhat IV, especialmente porque dos reyes de la Decimosexta Dinastía, Sobekhotep I y Sonbef, podrían haber sido hijos legítimos de este último, basándose en el uso compartido del nomen "Amenemhat".

Neferusobek

 

El período de reinado de Neferusobek se desarrolló en un momento de declive para el Reino Medio. Este período había alcanzado su apogeo bajo los reinados de Senusret III y Amenemhat III. Senusret III, reconocido por su figura legendaria como Sesostris, lideró campañas militares en Nubia y Siria-Palestina, construyendo monumentos como su pirámide en Abydos. Por otro lado, Amenemhat III presidió un Egipto pacífico caracterizado por construcciones monumentales y expediciones mineras, con un largo reinado que contribuyó al declive gradual de la XII Dinastía.  

Neferusobek que gobernó por aproximadamente 4 años, marcó el fin de la XII Dinastía y el comienzo del Segundo Período Intermedio, un período de incertidumbre política y escasez de registros históricos. Su reinado fue sucedido por Sobekhotep I o Wegaf, quienes inauguraron la Decimosexta dinastía, que se volvió a centralizar le estado desde Tebas. 

La muerte de Neferusobek marcó el final de un periodo en el que la dinastía gobernó Egipto con cierta estabilidad. Al no tener un heredero directo, que se sepa, su reinado destacó por la complejidad en la sucesión, hecho que pudiera haber contribuido a las disputas sucesorias y motivar aún más una inestabilidad dado que no pertenecía a la línea consanguínea tradicional de la realeza y crear una serie de cambios que ya se avecinaban antes de su reinado. 

 

DINASTIA XIII. 

Durante la dinastía XIII, la autoridad se veía socavada por la falta de un linaje familiar sólido, en contraste con la dinastía XII. Los gobernantes de esta época rara vez podían establecer una línea de sucesión estable, y sus mandatos solían ser breves, a veces durando solo algunos meses. Muchos de ellos eran militares o extranjeros cananeos que accedían al poder a través de usurpaciones, y su autoridad se veía desafiada por otros usurpadores locales, lo que cuestionaba aún más su derecho de sucesión. 

La dinastía XIII se caracterizó por la presencia de dos linajes de gobernantes, uno con sede en Uaset (Tebas) y otro en Ity-tauy, cerca de El-Lisht, que servía como capital administrativa. El país estaba dividido en tres demarcaciones administrativas: el norte, que incluía el delta del Nilo y la región de Menfis; el sur, que abarcaba desde El-Fayum hasta Nubia; y la región sur, que incluía Tebas y sus alrededores. 

Durante este periodo, se alternaban períodos de estabilidad con épocas de desorden y conflictos. A pesar de la inestabilidad en el trono, los altos funcionarios permanecían en sus cargos, organizando la administración del reino. 

Aunque la dinastía XIII no trajo consigo cambios significativos en el arte y la actividad de Egipto, algunos egiptólogos no la consideran parte del segundo periodo intermedio debido a su escasa relevancia en estos aspectos. 

DINASTIA XIV                        

La inclusión de Amenemhat IV y la sucesión a Nefrusobek pueden haber sido indicativos de cambios en las estructuras de poder y las dinámicas políticas. Además, el reinado de Amenemhat IV y la posterior sucesión podrían haber estado influenciados por factores socioeconómicos y por la creciente presión de líderes locales en el Delta del Nilo, ya que durante  

el reinado de Amenemhat IV, la estabilidad política en Egipto se vio amenazada por el ascenso de un líder local de origen extranjero en el Delta del Nilo. Este gobernante logró consolidar su poder y, como resultado, pudo haber fundado la coetánea Dinastía XIV, la cual se distingue por varios aspectos: 

El ascenso de una dinastía rival a la XIII, indica cambios significativos en las dinámicas políticas y culturales de la época. La fragmentación del poder central y la influencia de líderes locales extranjeros alteraron la tradicional estructura política.  

La debilitada Tebas proyectaba una inapreciable y endeble dinastía XIII la cual no tenía ningún tipo de relevancia ni acreditación la cual ni fue capaz de detener una rebelión ocurrida en el delta del Nilo durante el mandato de Sebekhotep IV, que termino desmembrando el país y creando dos nuevos reinos, uno asentado en Xois y otro desde Avaris,  siendo este último gobernado por el nubio llamado Nehesy. 

Sobekhotep IV

La mención de que el líder en cuestión tenía origen extranjero destaca la diversidad étnica y cultural que caracterizaba al antiguo Egipto, especialmente en regiones fronterizas como el Delta del Nilo. 

El control del líder sobre al menos el delta del Nilo oriental indica un cambio significativo en el centro de poder. Mientras que las dinastías anteriores se centraban en el Alto Egipto y la región de Tebas, el ascenso de la Dinastía XIV marcó una influencia más fuerte en las regiones septentrionales del país. 

Avaris se convirtió en un importante centro de poder para la dinastía siendo un importante centro de comercio con Biblos y con el resto de la población asiática abriendo nuevas rutas comerciales e interacciones con otras regiones del antiguo. 

El hecho de que se controlara el delta del Nilo oriental sugiere que la Dinastía XIV tenía una base territorial sólida.  

La Dinastía XIV, representó un desafío directo a la autoridad de la Dinastía XIII, que aún gobernaba sobre el valle del Nilo. Este conflicto territorial y de poder pudo haber llevado a tensiones y hostilidades entre ambas dinastías. 

 
DUDAS DE LA EXISTENCIA DE LA DINASTIA XIII. 

La Dinastía XIII es un período poco conocido y la información sobre ella es limitada debido a la escasez de registros arqueológicos y documentos contemporáneos.  

La dificultad para comprender completamente esta dinastía radica en la carencia de textos históricos detallados que nos informen sobre eventos específicos, gobernantes destacados o conflictos significativos. La falta de fuentes primarias hace que la reconstrucción de la historia de la Dinastía XIII sea un desafío continuo para los egiptólogos y arqueólogos. 

Manetón mencionó la Dinastía XIII como parte del Segundo Período Intermedio. Describió esta dinastía como la dominación de los hicsos, que controlaron el norte de Egipto durante este período. . 

En relación con la Dinastía XIII, la Lista Real de Turín proporciona información sobre algunos de los faraones de este período, pero la fragmentación de la lista hace que la reconstrucción sea difícil. 

 Los escritos de Manetón y la Lista Real de Turín, son fuentes importantes para entender la Dinastía XIII y el Segundo Período Intermedio en general, pero deben ser interpretados con cautela debido a la falta de detalles y a las limitaciones de los documentos históricos antiguos. La combinación de información proveniente de diversas fuentes, incluidas inscripciones arqueológicas y otros hallazgos, ayuda a los egiptólogos a formar una imagen más completa de este período histórico. 

La existencia de la Dinastía XIII y su naturaleza específica son temas de investigación y discusión en la egiptología. La falta de evidencia clara, su cotidianeidad con las dinastías XIV y XV y la interpretación complicada de las fuentes disponibles han llevado a la duda sobre la existencia de una dinastía centralizada durante este período, y algunos investigadores han propuesto enfoques alternativos para comprender la complejidad política de Egipto durante el Segundo Período Intermedio. 

A pesar de todo esto, se han propuesto algunas reconstrucciones tentativas de los faraones que podrían haber pertenecido a la Dinastía XIII. Es importante señalar que estas reconstrucciones no son precisas y pueden cambiar a medida que se realizan nuevas investigaciones y descubrimientos. A continuación, se presenta una lista de algunos faraones propuestos para la Dinastía XIII, basada en interpretaciones y reconstrucciones de la Lista Real de Turín.


Bibliografia y lugares de consulta 

"Historia del Antiguo Egipto" por Ian Shaw 2007 

 

Google Scholar: https://scholar.google.com/ 

The Ancient History Encyclopedia: https://www.worldhistory.org/