EL NOMBRE DE RA

 

Este mito refleja el ingenio y la determinación de Isis, la diosa de la magia y la maternidad, quien buscó adquirir poder suficiente para revivir a su esposo Osiris y proteger a su hijo Horus y que mejor modo para conseguirlo que saber el nombre de un dios y mas si este, es el anciano y todopoderoso Ra.



El valor del nombre 

El concepto de nombre o "rn iba mucho más allá de ser una simple etiqueta para identificar a una persona. En la cosmovisión egipcia, el nombre era una parte integral de la identidad y la existencia misma de una persona, una de las piezas clave que componían el "ser" completo, junto con el cuerpo (khat), el alma (ba), el espíritu vital (ka), la sombra (shut) y el corazón (ib). 

El nombre era visto como una manifestación del ser y tenía un poder inherente. Se creía que pronunciar el nombre de alguien, ya fuera una persona viva, un difunto o incluso un dios, invocaba su presencia y su poder. Por lo tanto, conocer el nombre de una persona o deidad otorgaba un cierto grado de control sobre ella. Esto es especialmente evidente en los ritos y ceremonias religiosas, donde los nombres de los dioses eran pronunciados para invocar su favor o protección. 

Además, los nombres servían como un medio de protección. Los antiguos egipcios solían utilizar amuletos con inscripciones de sus nombres o el de sus seres queridos, creyendo que esto los protegería de daños y aseguraría su bienestar. En algunos casos, las tumbas y los monumentos eran adornados con los nombres de los difuntos para asegurarse de que sus almas fueran recordadas y, por tanto, continuaran existiendo en el más allá. De hecho, olvidar el nombre de alguien o borrarlo de la historia se consideraba una forma de condena eterna, ya que eso significaba la desaparición total de esa persona de la existencia. 

En la vida cotidiana, el nombre también tenía un propósito importante. Los antiguos egipcios elegían cuidadosamente los nombres de sus hijos, generalmente dotándolos de significados positivos o vinculándolos a los dioses para asegurar que la divinidad protegiera al niño a lo largo de su vida. Los nombres como "Amenhotep" (Amón está satisfecho) o "Nefertiti" (La bella ha llegado) no solo eran identificadores personales, sino también declaraciones de fe y aspiraciones. 

En la muerte, el nombre seguía siendo crucial, los egipcios creían que para sobrevivir en el más allá, el nombre debía ser recordado y pronunciado por los vivos. Por eso, se inscribían nombres en estelas funerarias, sarcófagos y paredes de las tumbas, a menudo acompañados por fórmulas que pedían a los dioses que concedieran al difunto vida eterna. 

El nombre secreto de los Dioses 

El valor del nombre se lleva a un nivel aún más profundo cuando se trata de los dioses. Conocer el nombre verdadero de un dios no solo significaba poder invocar su presencia, sino que otorgaba un poder inmenso sobre esa deidad. 

El nombre secreto era considerado la esencia pura del dios, una palabra que contenía todo su poder y existencia. Este nombre no era el que se usaba comúnmente en los cultos y rituales, sino un nombre oculto que solo el propio dios conocía. La historia de Ra e Isis subraya la creencia de que el conocimiento de este nombre secreto podía conferir a quien lo poseyera un dominio absoluto sobre el dios, algo que los humanos normalmente no podrían alcanzar. 



ISIS Y EL SECRETO DEL NOMBRE DE RA

Ra, como cualquier otro dios, poseía un nombre secreto, un conocimiento tan poderoso que quien lo supiera tendría control sobre la vida, la muerte y el orden cósmico. Este nombre estaba guardado celosamente por el, ya que simbolizaba la fuente de todo su poder. 

Isis, por otro lado, era una diosa conocida por su gran sabiduría y habilidades mágicas. Después de la muerte de su esposo Osiris, asesinado y desmembrado por su hermano Seth, quedó desolada. Aunque logró reunir y revivir a Osiris con la ayuda de Anubis, su poder no era suficiente para devolverle la vida completa a su esposo y este pasó a convertirse en el rey del inframundo. Sin embargo, Isis deseaba un poder mayor, uno que le permitiera proteger a su hijo Horus en su lucha futura contra Seth y, al mismo tiempo, asegurarse de que Osiris pudiera ser revivido por completo. 

El plan de Isis 

Decidida a obtener el poder del nombre secreto de Ra, Isis ideó un plan astuto. Sabía que, como dios del sol, viajaba a diario por el cielo y que a medida que envejecía, su energía disminuía y se volvía más vulnerable. Isis recolectó la saliva de Ra, que caía al suelo mientras este dormía, y con ella creó una serpiente mágica. Esta serpiente no era común; al haber sido formada con la esencia misma de Ra, poseía un veneno capaz de afectar incluso a un dios. 

Un día, cuando  el anciano y cansado Ra estaba caminando por la Tierra, la serpiente  le mordió. El veneno comenzó a propagarse rápidamente por su cuerpo, causándole un dolor intenso. A pesar de ser el dios supremo, no podía curarse de esta herida ya que la serpiente había sido creada con su propia esencia, haciéndole inmunes a sus poderes. 



El intercambio de poder 

Ra, debilitado y desesperado, convocó a los otros dioses para que lo ayudaran, pero ninguno fue capaz de curarlo. Isis se presentó ante él, ofreciendo su ayuda, pero con una condición, debía revelarle su nombre secreto para que ella pudiera utilizar ese conocimiento y salvarlo. Al principio, Ra se resistió, ya que era consciente de que revelar su nombre implicaba compartir su poder con Isis. 
Sin embargo, el dolor y la desesperación fueron tan grandes que Ra finalmente accedió. En un acto de gran importancia y le susurró su nombre secreto. Al conocerlo, Isis adquirió un poder inmenso, similar al de Ra. Inmediatamente utilizó su magia para curarle del veneno devolviéndole su salud. 

Consecuencias y significado del mito 

Este mito resalta la inteligencia y determinación de Isis, así como la importancia del conocimiento y la magia en la mitología egipcia. 
Además, también simboliza la transferencia de poder y cómo incluso las deidades más poderosas no están exentas de vulnerabilidades. Ra, aunque era el dios supremo, tuvo que ceder ante la astucia de Isis, mostrando que, en la mitología egipcia, la sabiduría y la estrategia a menudo podían superar la fuerza bruta. 
Isis utilizó este poder no solo para proteger a su hijo y vengar la muerte de Osiris, sino también para establecer el orden y la justicia en el mundo, cumpliendo así su rol como una de las deidades más importantes del panteón egipcio. El mito del Robo de la Vida por Isis es, por lo tanto, una historia de ingenio, poder y la búsqueda de justicia, que continúa resonando como uno de los relatos más emblemáticos de la mitología egipcia. 

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