¿PORQUE LOS EGIPCIOS DEJARON DE CONSTRUIR PIRAMIDES?

 

El declive de la construcción de pirámides fue el resultado de una interacción compleja de factores políticos, sociales, económicos, prácticos y religiosos. Al comprender estos factores y sus interrelaciones, podemos comprender el significado más amplio en el contexto de la evolución de la civilización y los dos periodos intermedios fueron claves para producir un cambio. 

FACTOR POLÍTICO.

Desde que se construyó la primera pirámide, en la dinastía III, hasta la última en la dinastía XVIII, trascurrieron más de mil años y durante este tiempo dos hechos marcaron la omnipresencia del faraón y el concepto de este cambio para siempre, convirtiéndolo en un ser humano igual de vulnerable que el resto de los seres plebeyos, los dos periodos intermedios fueron claves para producir este cambio 

Durante el reinado de Pepy II, faraón de la dinastía VI, la situación social, económica, religiosa y política se deterioró gravemente, implicando un cambio de rumbo en el contexto general del territorio. Sus nueve décadas de gobierno entre hicieron de su reinado uno de los más largos de la historia de los faraones, pero también lo convirtieron en un dinámico eje de crecientes problemáticas a lo largo de todos sus dominios. Ante todo, la dinastía y su élite gubernamental circundante fueron perdiendo poder, autoridad y credibilidad ante los ojos de sus súbditos, todo ello a causa de una notoria sucesión de circunstancias ocasionadas tanto de manera sucesiva como sincrónica. 

En primer lugar, las notorias concesiones económicas de los faraones al clero y el incremento de poderío e influencia de los Nomarcas y caciques locales habían ido debilitando el peso de la monarquía y sus instituciones. 

En segundo lugar, los grandes recursos destinados ya por entonces de modo crónico al clero y al mundo de la muerte producirían incipientemente una situación de ruina, pues semejantes pérdidas implicaban una dilapidación de bienes masiva. Las riquezas se acumulaban en improductivos ajuares de tumbas y gastos de cultos funerarios, quedando gran parte de los recursos del país consumidos en complejos religiosos y en las estructuras funerarias. 

En tercer lugar, el creciente envejecimiento del faraón provocó que quedara en evidencia ante sus súbditos en cuantiosas ocasiones, como en asuntos de política interior, fricciones contra sectores de la élite egipcia o en ritos públicos. Ello se interpretó en su momento como una grave pérdida de su divinidad, perdiendo la devoción divina del pueblo e incluso de las varias altas castas militares y religiosas. 

En cuarto lugar, el Egipto del momento perdió influencia en política exterior, quedando así en una situación de relativa vulnerabilidad ante pueblos extranjeros y con una pérdida de influencia ante los territorios circundantes.  

Finalmente, y en quinto lugar, por aquel entonces el territorio y amplias zonas de su entorno sufrían un fuerte periodo de sequía, lo cual comportaba colateralmente una menor afluencia de aguas del Nilo y de las precipitaciones anuales, además de provocar una contundente situación de carestía y hambruna, tanto entre el pueblo situado en torno al río como entre las numerosas tribus nómadas del desierto. 

Muestra de hambruna durante el reinado de Unas (d-V)
Tal situación obligaba a las masas a buscar nuevos medios de subsistencia más allá de las antiguas tierras fértiles del Delta (cuyas cosechas quedaron minadas), llevando ello a una pérdida demográfica y a cuantiosos movimientos migratorios. Además, el peso de semejante crisis hídrico-productiva justificaba la extensión y defensa de una idea sin precedentes; la pérdida del favor de los dioses por parte del faraón. 

Así pues, este conjunto de factores combinados que se dieron con el paso de los años desde medianos del reinado de Pepy II precipitaron al derrumbe de la monarquía menfita, imperando un contexto que se iría agravando con los años; la anarquía, la sequía, el hambre, la desconfianza real, la pérdida de la fe divina en el faraón y la incertidumbre religiosa se adueñaron del país, el Delta fue ocupado por cuantiosas oleadas de pueblos asiáticos y los sucesivos faraones restaron impotentes para redirigir la situación. 

El primer periodo intermedio fue una etapa de decadencia política y social en que Egipto se dividió en varios reinos independientes y hubo una disminución en la cohesión y el poder central del Estado, cosa que provoco la vulnerabilidad de este y su poder se vio frágil desde la restauración del viejo orden a mitad de la dinastía XI.   

El gran poder divino que disponía la imagen real ya no era tan creíble como fue en el periodo antiguo, ese don no solo se tenía que conseguir, sino que además se tenía que hacer creíble y convencer a una sociedad y a un sistema que ya se cuestionaba cualquier decisión política el pueblo había conseguido tener voz, criterio y sobre todo decisión. La clase política y sobre todo la realeza se hizo más cercana a la sociedad y eso provoco que esta perdiera autoritarismo y las maniobras arrogantes y totalitarias que se disponían en dinastías anteriores se convirtieron en normativas populares y en maniobras que tenían que conseguir agrado y bienestar.  

Tras este periodo, la política se convirtió en una herramienta más del sistema igual de frágil que las demás, si no convencía podría ser derrocada y cambiada sin ningún miramiento y con consecuencias nefastas, el viejo orden que fue derrocado ya no volvió jamás. 

La ubicua imagen del faraón quedo dañada, su endiosamiento quedo mortalizado y vulnerable y su presencia ya no convencía como durante el período antiguo y su cuerpo ya no merecía ser enterrada en lugares tan destacados y colosales como una pirámide. 

Mientras el primer periodo la amenaza monárquica se veía afectada por luchas sociales internas, en el segundo periodo la amenaza llegaba desde fuera. 

Por causas que me son desconocidas, la ira del Señor se abatió sobre nosotros; y de repente, de las regiones del Oriente una oscura raza de invasores se puso en marcha contra nuestro país, seguro de la victoria. Habiendo derrotado a los regidores del país, quemaron despiadadamente nuestras ciudades. Finalmente eligieron como rey a uno de ellos, de nombre Salitis. Situó su capital en Menfis, exigiendo tributos al Alto y Bajo Egipto...”  

Así es como nos relata Flavio Josefo, historiador judío del siglo I d. C., la invasión de los hicsos. 

Desde la muerte de la reina Neferusobek  y hasta la subida al trono de Ahmose,  tiene lugar una etapa de irregularidad en la sucesión dinástica, acompañada por la invasión de los extranjeros llamados hicsos, Eso provoco que Egipto padeciera una debilidad estructural interna por el hecho de haber comenzado como un estado feudal, y aunque aparentemente Sesostris III había terminado con todo tipo de poder local, la realidad fue, que de una forma aletargada, se seguían conservando muchos factores de independencia.  

Busto de la reina Neferusobek
Esta nueva época de alteración abarca desde la dinastía XIII hasta la XVII, Estamos en disposición de afirmar que en realidad el segundo periodo intermedio, duro aproximadamente algo más de un siglo, pero no por ello disminuye considerablemente el número de soberanos. La pérdida del linaje hizo que el cartucho con el nombre faraónico fuera utilizado por gobernadores locales, que en realidad no tenían autoridad más allá de su propia ciudad. En principio da la impresión, a pesar de los múltiples problemas que plantean las fuentes, de que hay continuidad entre la dinastía XII y la XIII; los faraones de ésta última intentan desde Tebas legitimar su poder usando nombres de las precedentes. Además, la administración corrobora la persistencia del poder centralizado en la totalidad del valle, aunque aparentemente el norte funciona con cierta autonomía; por otra parte, algún documento demuestra la presencia de numerosos individuos de origen asiático que trabajan en el Alto Nilo al servicio de funcionarios.  

Bajo el reinado del decimoséptimo faraón de la dinastía XIII, ocurre un acontecimiento insólito en el delta del Nilo, donde se daban situaciones de autonomía en algunos nomos cuyos gobernadores configurarían la oscura dinastía XIV, siendo coetánea de la XIII. De forma inevitable, se produce la conquista de la ciudad de Avaris por gentes procedentes de Asia y poco a poco, mostrando su impotencia e incapacidad los faraones tebanos de la XIII dinastía van perdiendo autoridad en el norte, mientras que los hicsos progresan en sus incursiones (una de las cuales los conduciría hasta las puertas de Tebas) que suponen para el delta una auténtica segregación del poder central y la desaparición de los reyes tradicionalmente egipcios. El éxito militar de los invasores culmina con la toma de Menfis, lo que se traduce en la implantación de una dinastía propia que toma los atributos faraónicos, pero que mantendría la capital en su Avaris. Tras la toma de Menfis todo Egipto quedaría sometido a tributo.   

La presencia de los Hicsos en Egipto no era nada nuevo ya que desde mucho tiempo atrás la presencia de estos pueblos en su territorio, en busca de trabajo y contratados como soldados era tan habitual que por todo el país habrían facilitado, la penetración de sus parientes que llegan en un momento más reciente pero lo más probable es que su situación laboral en el país ni siquiera les permitiera una acción de tal naturaleza. En el delta surge un incremento de materiales de importación asiática, lo que demuestra la estrecha vinculación cultural del Delta oriental con respecto al mundo cananeo palestino. Lo más interesante es observar la transformación cultural de la nueva población que asimila estímulos egipcios, adaptándose en parte a su sistema y creando una realidad diferente, aunque no en la intensidad suficiente como para impedir a los egipcios la recuperación de sus señas de identidad. 

FACTOR ECONÓMICO.

Con el estado descentralizado y desmembrado tan solo quedaba acudir al ejército para recuperar la unidad e identidad de Egipto. El gasto militar pasa a ser prioritario y el ejercito pasa a acaparar mayormente el presupuesto del estado, recortando en otros gastos que antes eran más repartidos. Lejos quedaba poderse permitir los gastos tanto logísticos como económicos que conllevan la construcción de las grandes pirámides. 

Ahmose comenzó la conquista del territorio del Bajo Egipto, alrededor del undécimo año del reinado de Jamudy, pero existe cierta controversia acerca de la secuencia exacta de los hechos. (ver)

Busto de Ahmose (d-XVIII)

Analizar los eventos que tuvieron lugar durante la conquista y antes del asedio de la capital de los hicsos es extremadamente difícil, debido a que prácticamente toda la información de la que disponemos procede de un breve, aunque valiosísimo comentario de carácter militar, ubicado en el reverso del Papiro matemático Rhind, que consiste en unas breves notas, una de las cuales dice lo siguiente: 

“Undécimo año de reinado, segundo mes de shemu, Heliópolis fue penetrada. Primer mes de ajet, día 23, este Príncipe del Sur penetró en Tyaru 

El Papiro Rhind también ilustra parte de la estrategia militar de Ahmose cuando atacó el delta. Entró  por la ciudad sagrada de Heliópolis en julio y luego se movió hacia la parte oriental del delta para tomar en octubre la ciudad de Tyaru, la mayor fortificación fronteriza del Camino de Horus, la principal vía de comunicaciones entre el Bajo Egipto y Canaán, bloqueaba completamente a los hicsos en Avaris, ciudad que había evitado en su movimiento, lo que indica que estaba planeando aislar la ciudad, privando a la capital de los hicsos de la ayuda y suministros que pudieran conseguir de sus aliados de Siria y Palestina (Canaán). 

Se encontraron registros en los que se describen los acontecimientos posteriores de la campaña en las paredes de la tumba de un soldado que participó en la guerra, y que curiosamente comparte el mismo nombre que el faraón, Ahmosis, conocido como hijo de Abana, nombre de su madre y que posiblemente, fuera una mujer destacable socialmente.  

Según estos registros, Ahmose habría dirigido tres ataques fallidos contra el bastión de Avaris, la capital de los hicsos. Además se vio también obligado a regresar al sur a sofocar una rebelión interna, a la que ni siquiera la reina Ahhotep pudo hacer frente. 

Avaris aguantaría sin ser conquistada hasta el cuarto embate del rey egipcio. En ese momento los hicsos tuvieron que huir más hacia el Este. Con Khamudi aun al frente, último rey Hicso de la dinastía XV y sucesor de Auserra (Apofis II), los hicsos se refugiaron en la fortaleza de Sharuhen, cerca de Gaza, que durante su estancia fortificarían en balde, ya que los egipcios también terminarían expulsándoles definitivamente del territorio egipcio. 

Tras la expulsión de los hicsos, y por primera vez en más de cien años, todo Egipto volvía a estar dirigido desde un único centro. Ahmosis, gobernante de todo Egipto, ubicó la capital en la ciudad de Tebas. Considerándolo el fundador de la dinastía XVIII y del Imperio Nuevo, el faraón tuvo ante sí la difícil tarea de restaurar el debilitado sistema económico y financiero del país, así como reestablecer vínculos comerciales con otros países y reconstruir los templos y edificios oficiales que los hicsos y la propia guerra habían destruido. Tampoco se olvidó de quienes habían prestado apoyo a su causa: aparte de los premios y honores concedidos a la reina Ahhotep, los diversos príncipes locales que habían secundado la rebelión de Tebas fueron generosamente recompensados. 

No obstante, Ahmose no se contentó con ver a los hicsos expulsados y dispersados por Asia. Recordando que muy poco antes la extinta dinastía XV  había estado aliada con los diferentes reinos de Canaán y Nubia, emprendió acciones bélicas en estos lugares a fin de disuadir a los gobernantes de repetir la experiencia hicsa y, de paso, vengar a sus antiguos amigos. Tras derrotar a los hicsos, comenzó campañas en Siria y en Nubia. En una de estas, correspondiente al vigésimo segundo año de su reinado, llegó hasta la ciudad de Djahy, en el levante mediterráneo, territorio que comprendía desde el actual Líbano, Galilea y Canaan, incluso se piensa que llego hasta el rio Éufrates, pero si que hay constancia que llego hasta Kedem (ciudad que se cree que estaba ubicada cerca de Biblos), según aparece en un óstracon encontrado en la tumba de su esposa, Ahmose-Nefertari. Los detalles de esta campaña en particular son escasos, puesto que la fuente de la mayor parte de la información de que disponemos procede de la tumba del soldado Ahmose, Sin embargo, a partir de las investigaciones arqueológicas realizadas al sur de Canaán se puede inferir que lo que ocurrió fue que Ahmosis y sus sucesores inmediatos atacaron la región con la intención de acabar con el poder de los hicsos destruyendo sus ciudades, sin intención de conquistar Canaán. Esta interpretación se infiere de que muchos lugares se destruyeron durante el periodo, y no consta ningún intento de reconstrucción. Esto no sería lógico si el propósito del faraón hubiese sido la conquista con la finalidad de poder exigir tributos en el futuro. Poco después de la primera campaña en Nubia se produjo una rebelión de los nativos contra Amosis comandada por un nubio llamado Aata, pero la rebelión fue sofocada. Tras este primer intento, un egipcio contrario a Tebas consiguió agrupar a muchos rebeldes nubios para un nuevo levantamiento, pero también fue derrotado. Amosis restauró el gobierno egipcio sobre Nubia, que se controlaba desde un centro administrativo establecido en Buhen. Por otro lado, y durante el restablecimiento del control egipcio sobre Nubia, parece que Ahmosis recompensó a varios príncipes locales que apoyaron su causa y la de sus predecesores dinásticos y asi como también a militares destacados, prueba de ello, los escritos en las paredes de la tumba de Ahmosis hijo de Abana: 

"Te hablo a ti, a todo el mundo, para que sepáis los favores que he recibido. Se me recompensó con oro siete veces en presencia de todo el país, y esclavos y esclavas. Y se me dieron muchas tierras. La reputación de un valiente procede de lo que ha hecho, que nunca se pierda en la tierra." 

La última pirámide fue construida por el mismo Ahmose I No se construyó como una tumba, sino como un cenotafio para él, mandándola construir en Abydos y siendo la única existente en el lugar, lo que da a entender de la utilidad como demostración de sus hazañas y como obra simbólica del recuerdo que el de nuevo el salvador de Egipto. 

Restos de la pirámide de Ahmose
Pero el problema económico no solo fue a raíz de la militarización, el sistema ya llevaba tiempo gestando recortes en estas magnas obras 

Después de un apogeo durante la cuarta dinastía, la construcción de pirámides  experimentó una notable desaceleración tanto en tamaño como en calidad. Durante el Imperio Medio, los reyes que gobernaban en esa época no emprendieron proyectos piramidales a una escala comparable a la de las estructuras de dinastías anteriores. Esta tendencia continuó en el Imperio Nuevo, donde las pirámides perdieron su favoritismo entre la realeza.  bajaron de calidad con el uso de materiales de peor género, pero incluso así el drenaje de recursos se hizo insostenible. Los recursos fueron tan reducidos que en comparación a las grandes pirámides de la meseta de Giza las posteriores representa sólo una decima parte del volumen de la gran pirámide 

FACTOR PRÁCTICO.

Otro factor para tener en cuenta, es la dedicación de la construcción de los nuevos templos solares entre la quinta y sexta dinastía, lo cual llevo a la repartición de materiales y mano de obra ya que la pirámides dejaron de ser exclusivas y pasaron a formar parte de un complejo mortuorio. 

Tras analizar la decadente magnificencia de los reyes y los recortes económicos de la dedicación a las obras, otro factor, esta vez mas practico, se sumo al listado de los motivos del final de las pirámides 

La existencia de ladrones de tumbas nunca había dejado de ser un problema pese a las duras medidas jurídicas que había contra ellos. Las pirámides, visibles desde la lejanía eran un objetivo obvio por la magnificencia de las ofrendas de los faraones, todo el mundo sabía, y los ladrones más que nadie, que la medida de la construcción era proporcional al ajuar funerario que albergaban sus cámaras, ataúdes de oro, amuletos de joyas y piedras preciosas, artículos exóticos, etc... resultaban demasiado tentadores para los saqueadores de tumbas a pesar de que los que fuesen atrapados cometiendo el delito debían pagar con su vida, ni los mismos cadáveres estaban a salvo especialmente cuando los embalsamadores empezaron a esconder, oro, plata, piedras preciosas y otros objetos de valor entre sus vendajes, probablemente atacaban las tumbas poco después de los funerales ya que existen evidencias de prácticas corruptas entre los empleados de las necrópolis cuya función era proteger las tumbas.  

Durante el imperio nuevo el asunto se había hecho tan grave que Amenofis I ordenó la construcción de una aldea y una necrópolis real más segura en Deir el Medina cerca de la ciudad de Tebas. La necrópolis se ubicó en el desierto fuera de la ciudad y la aldea fue aislada deliberadamente de la población para facilitar el control de las tumbas que se creaban en forma de galerías dentro de la roca, pero ni siquiera estas medidas fueron suficientes para proteger las ofrendas de los saqueos, el sitio es conocido actualmente como el valle de los reyes. 

FACTOR RELIGIOSO

Tras finalizar el primer periodo intermedio, durante la dinastía XI, el dios Amón paso a ser la deidad principal dentro del panteón egipcio y llego a ser el nuevo patrón de Tebas, la capital del reino medio.  

Amón fue venerado desde el reino antiguo a la sombra de Ra, para que este ultimo no quedara eclipsado por la omnipresencia del nuevo privilegio de Amón, la fuente teológica tebana fusiono a ambos dioses creando a Amón-Ra. 

Amon Ra en el templo de Abu Simbel
Esta nueva fusión, paso a tener el estatus de dios supremo y un cambio de lealtades divinas que produjo una revolución en las costumbres funerarias para adaptarlas a las nuevas tradiciones religiosas de los tebanos lo que motivo que las pirámides perdieron importancia. Amón-Ra ocupó una posición trascendental y se le consideró el dios principal, incluso alcanzando un virtual monoteísmo donde otros dioses eran manifestaciones suyas y Tebas destacó como su principal centro religioso, como agradecimiento se empezó una ardua construcción de templos al nuevo dios mientras los reyes eran enterrados en sus nuevas tumbas en la roca. 

Tras presentar las causas, políticas, económicas, prácticas y religiosas de porque se dejaron de construir las pirámides hay que que tener también en cuenta las nuevas teorías de la actualidad dentro de este compendio de posibles suposiciones. 

 TEORÍA CIENTÍFICA

En el 2013 Peter James un antiguo teniente de la armada real británica, propuso que la causa de la desaparición de la construcción de las pirámides fue debido al movimiento térmico del suelo. James llegó a esa conclusión después de examinar la pirámide acordada que presenta daños superficiales importantes en su revestimiento liso de caliza y se postuló en contra  de la teoría de que los causantes fueron ladrones que arrancaron las piedras,  en un artículo  afirmó que esta hipótesis le parece peligrosa e improbable. 

Peter James
Esta pirámide es singular en varios aspectos es la única del imperio antiguo con dos entradas a la cámara funeraria y fue la primera en utilizar con maestría la bóveda escalonada sobre cuatro caras también fue la primera en la que se utilizó el sistema de cierre por rastras. James opina que el caso de la pirámide doblada es el mismo que el de los restantes monumentos piramidales egipcios y que sus revestimientos exteriores se resintieron por vibraciones producto de la agitación térmica, basándose en que las temperaturas en el desierto egipcio varían de forma dramática lo que ocasiona contracciones y expansiones que van produciendo agrietamientos y la caída de los bloques de caliza, también recalca que en la medida que los egipcios fueron haciendo más sofisticados sus métodos de construcción, dejaron menos espacio entre los bloques de piedra, esto mejoró la estética pero limitó la absorción de los movimientos acelerando el daño y dejando claro que con el paso del tiempo los mismos egipcios fueron conscientes del mal y progresivo daño de las construcciones lo que les motivo a su abandono y elegir nuevas opciones para crear las tumbas reales y terminar ubicándolas en el valle de los reyes. 



CONCLUSIÓN

La interrupción de la construcción de pirámides en Egipto fue el resultado de una serie de factores interrelacionados que abarcaron aspectos políticos, económicos, sociales, religiosos y prácticos. Desde el debilitamiento del poder faraónico durante los dos períodos intermedios hasta la invasión de los hicsos y la consecuente militarización del estado, se generó una presión significativa sobre los recursos del país y una reorientación de las prioridades gubernamentales. 

Políticamente, la centralización del poder disminuyó, permitiendo una mayor autonomía a los gobernadores locales y debilitando la autoridad del faraón. Económicamente, el enorme gasto en la construcción de pirámides, sumado a la asignación de recursos al clero y a la élite, provocó una presión financiera insostenible. Socialmente, la percepción del faraón como un ser divino se vio socavada, lo que afectó su autoridad y legitimidad. Religiosamente, la ascensión de Amon-Ra como la deidad principal llevó a un cambio en las prácticas funerarias, alejándose de la monumentalidad de las pirámides hacia tumbas en la roca. 

Además, factores prácticos como el aumento de los saqueos de tumbas, las dificultades técnicas de construcción y el deterioro causado por movimientos térmicos del suelo contribuyeron al abandono de las pirámides como forma de entierro real. 

En conjunto, estos factores condujeron a un cambio de paradigma en la concepción de las tumbas reales, marcando el fin de la era de las pirámides y el surgimiento de nuevas formas de sepultura, como las tumbas en el Valle de los Reyes. A medida que Egipto evolucionaba políticamente, económicamente y religiosamente, también lo hacían sus prácticas funerarias, reflejando una sociedad en constante transformación. 

bibliografia

   "Egipto: Dioses, Templos y Faraones" por Richard H. Wilkinson 

    "Historia del Antiguo Egipto" por Ian Shaw 

    "Egipto: El Secreto de las Pirámides" por Alberto Siliotti 

    Google Scholar: https://scholar.google.com/ 

    JSTOR: https://www.jstor.org/ 

    Academia.edu: https://www.academia.edu/ 

    The Ancient History Encyclopedia: https://www.worldhistory.org/ 

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