LA SALA DE LAS DOS VERDADES Y LOS 42 JUECES

Es un elemento esencial dentro de la concepción egipcia del más allá y el juicio post mortem. Este sagrado espacio, también llamado "Sala de la Maat", se encuentra en el corazón del inframundo y desempeña un papel crucial en el destino final del alma del difunto. 

Las "dos verdades" a las que hace referencia se refieren a dos aspectos fundamentales: 

  1. La Verdad Cósmica (Maat): 

  • Maat era un concepto fundamental en la cosmovisión egipcia que representaba el orden, la armonía y la justicia en el universo. 

  • Como diosa, Maat personificaba la verdad objetiva y la justicia cósmica. Se la representaba con una pluma en la cabeza, simbolizando la verdad y el equilibrio. 

  • Se creía que el universo funcionaba de acuerdo con los principios de Maat, y que la estabilidad del cosmos dependía de mantener estos principios. 

  • En el juicio del más allá, el corazón del difunto era pesado en una balanza contra la pluma de Maat. Si el corazón resultaba ser más ligero que la pluma, significaba que el difunto había vivido una vida en armonía con los principios de Maat, es decir, había actuado con rectitud, justicia y verdad. 

  • La Maat también se relacionaba con la idea de que las acciones del individuo durante su vida afectarían su destino después de la muerte. Vivir de acuerdo con Maat era crucial para asegurar un juicio favorable en el más allá y la vida eterna al lado de los dioses. 

  1. La Verdad Personal (Confesión del Difunto): 

  • Además de la verdad cósmica representada por Maat, en el juicio también se esperaba que el difunto presentara su propia verdad personal. 

  • Se creía que el alma del difunto debía declarar su inocencia ante un tribunal divino, negando haber cometido ciertos pecados y transgresiones. 

  • Esta declaración de inocencia, conocida como "negación de los pecados" o "confesión negativa", se llevaba a cabo en presencia de un tribunal compuesto por deidades y seres divinos. 

  • El difunto recitaba una serie de negaciones, negando haber cometido actos como el robo, el asesinato, el engaño, entre otros, para afirmar su pureza y rectitud moral ante los dioses. 

Por lo tanto, estas "dos verdades" no solo se refieren a la evaluación del corazón del difunto en relación con la pluma de Maat, sino también a la presentación de la verdad personal del difunto durante el juicio. La armonía entre estas dos verdades era esencial para la salvación del alma y la garantía de la vida eterna en el más allá. 

La diosa Ma´at con su característica pluma
EL JUICIO 

Se creía que este lugar estaba ubicado en el inframundo, específicamente en el Duat, el reino de los muertos. Se describe como un lugar grandioso y majestuoso, adornado con columnas y relieves que representaban escenas religiosas y mitológicas. La sala principal estaba presidida por una gran balanza, conocida como la Balanza de la Verdad, que simbolizaba el juicio justo y equitativo. Esta balanza era sostenida por Anubis, mientras que la diosa Maat, personificación de la verdad, la justicia y el orden cósmico, observaba atentamente el proceso. En el juicio, el alma del difunto era guiada por Thoth. El corazón del difunto, que se consideraba el asiento de la conciencia, era colocado en un platillo de la balanza, mientras que en el otro se colocaba la pluma de Maat, símbolo de la verdad y la armonía universal. Si el corazón del difunto era más ligero que la pluma, se consideraba puro y digno de la vida eterna. 



Según la mitología egipcia, después de la muerte, el alma del difunto atraviesa una serie de pruebas y juicios antes de alcanzar la vida eterna en el más allá. La Sala de las Dos Verdades es el escenario de uno de estos juicios más significativos, donde el corazón del difunto es sometido al proceso conocido como "Pesaje del Corazón". 

Si el corazón del difunto es más ligero que la pluma, esto significa que su alma está libre de pecado y puede avanzar hacia la vida eterna en el reino de Osiris. 

Sin embargo, si el corazón resulta ser más pesado que la pluma, esto indica que el difunto ha cometido pecados y transgresiones durante su vida terrenal. En el peor de los casos, el alma es devorada por la monstruosa criatura Ammit, una deidad compuesta que representa la aniquilación total del alma, impidiendo así su entrada al reino de Osiris y condenándola al olvido eterno. 

La Sala de las Dos Verdades, por lo tanto, no solo funciona como un lugar de juicio moral, sino también como un recordatorio de la importancia de vivir una vida justa y ética según los principios de Maat. Los egipcios creían que mantener la armonía, la verdad y la justicia en vida aseguraba un juicio favorable en el más allá y la garantía de la vida eterna al lado de los dioses. 

LOS JUECES 

En el juicio aunque Osiris ostentaba el rol principal como juez de los difuntos, su tribunal estaba compuesto por los “Cuarenta y Dos Jueces” Estos representaban las cuarenta y dos nomos de Egipto y trabajaban en conjunto con para evaluar la idoneidad del alma para acceder a la vida eterna. Cada juez tenía la responsabilidad de considerar un aspecto específico de la conciencia del difunto. Destacaban nueve grandes jueces, quienes se encargaban de aspectos clave en el juicio, delineando así un proceso de escrutinio minucioso y exhaustivo para determinar el destino del alma en el más allá. 

  • Ra - el dios supremo del sol en su otra forma de Atum 

  • Shu - el dios del aire y la paz 

  • Tefnut - diosa de la humedad 

  • Geb - dios de la tierra 

  • Nut - diosa del cielo 

  • Isis - diosa de la vida, la fertilidad y la magia 

  • Neftis - hermana de Isis, diosa de los muertos 

  • Horus - dios del sol y del cielo 

  • Hathor - diosa del amor, la fertilidad y la alegría 

Los demás jueces se representaban como seres imponentes y terribles que llevaban nombres como: Triturador de Huesos, Comedor de Entrañas, León Doble, Cara Apestosa y Comedor de Sombras, Pero no todos eran de aspecto horripilante y terrible, sino que lo parecían para aquellas almas que se enfrentaban a la condena en vez de la recompensa por una vida bien vivida.  

Se esperaba que el alma fuera capaz de recitar la Confesión Negativa (también conocida como la Declaración de Inocencia) en defensa de su vida para ser considerada digna de pasar al Campo de Juncos. 

LA CONFESIÓN NEGATIVA. 

La Confesión Negativa se recitaba junto con el pesaje del corazón para demostrar la virtud de la persona. No existía un verso fijo conocido como tal, sino que cada verso, incluido en los textos funerarios, se adaptaba a la persona acorde a sus hábitos de vida. Cada confesión está dirigida a un dios diferente y cada dios correspondía a un nomo diferente de Egipto, repartidos en veintidós del alto Egipto y veinte del bajo, haciendo un total de cuarenta y dos, mismo número de los jueces que presidian el juicio. 

1. Salve, Usekh-nemmt, que sales de Anu, no he cometido pecado. 

2. Salve, Hept-khet, que vienes de Kher-aha, no he cometido robo con violencia. 

3. Salve, Fenti, que vienes de Khemenu, no he robado. 

4. Salve, Am-khaibit, que vienes de Qernet, no he matado a hombres y mujeres. 

5. Salve, Neha-her, que vienes de Rasta, no he robado grano. 

6. Salve, Ruruti, que vienes del Cielo, no he robado ofrendas. 

7. Salve, Arfi-em-khet, que vienes de Suat, no he robado la propiedad de Dios. 

8. Salve, Neba, que vienes y vas, no he dicho mentiras. 

9. Salve, Set-qesu, que sales de Hensu, no me he llevado comida. 

10. Salve, Utu-nesert, que sales de Het-ka-Ptah, no he proferido maldiciones. 

11. Salve, Qerrti, que vienes de Amentet, no he cometido adulterio. 

12. Salve, Hraf-haf, que sales de tu caverna, no he hecho llorar a nadie. 

13. Salve, Basti, que sales de Bast, no me he comido el corazón. 

14. Salve, Ta-retiu, que sales de la noche, no he atacado a ningún hombre. 

15. Salve, Unem-snef, que sales de la cámara de ejecución, no soy un hombre de engaño. 

16. Salve, Unem-besek, que sales de Mabit, no he robado tierras cultivadas. 

17. Salve, Neb-Maat, que sales de Maati, no he sido un fisgón. 

18. Salve, Tenemiu, que sales de Bast, no he calumniado a nadie. 

19. Salve, Sertiu, que sales de Anu, no me he enfadado sin una causa justa. 

20. Salve, Tutu, que vienes de Ati, no he corrompido a la mujer de ningún hombre. 

21. 21. Salve, Uamenti, que sales de la cámara de Khebt, no he corrompido a las esposas de otros hombres. 

22. Salve, Maa-antuf, que sales de Per-Menu, no me he contaminado. 

23. Salve, Her-uru, que sales de Nehatu, no he aterrorizado a nadie. 

24. Salve, Khemiu, que vienes de Kaui, no he transgredido la ley. 

25. Salve, Shet-kheru, que vienes de Urit, no me he enojado. 

26. Salve, Nekhenu, que vienes de Heqat, no he cerrado los oídos a las palabras de la verdad. 

27. 27. Salve, Kenemti, que vienes de Kenmet, no he blasfemado. 

28. Salve, An-hetep-f, que vienes de Sau, no soy un hombre violento. 

29. Salve, Sera-kheru, que vienes de Unaset, no he sido un agitador de conflictos. 

30. Salve, Neb-heru, que vienes de Netchfet, no he actuado con excesiva precipitación. 

31. Salve, Sekhriu, que vienes de Uten, no me he entrometido en los asuntos de los demás. 

32. Salve, Neb-abui, que vienes de Sauti, no he multiplicado mis palabras al hablar. 

33. Salve, Nefer-Tem, que vienes de Het-ka-Ptah, no he perjudicado a nadie, no he hecho ningún mal. 

34. Salve, Tem-Sepu, que sales de Tetu, no he hecho brujería contra el rey. 

35. Salve, Ari-em-ab-f, que sales de Tebu, nunca he detenido el flujo de agua de un vecino. 

36. Salve, Ahi, que sales de Nu, nunca he levantado la voz. 

37. Salve, Uatch-rekhit, que sales de Sau, no he maldecido a Dios. 

38. Salve, Neheb-ka, que sales de tu caverna, no he actuado con arrogancia. 

39. Salve, Neheb-nefert, que sales de tu caverna, no he robado el pan de los dioses. 

40. Salve, Tcheser-tep, que sales del santuario, no me he llevado las tortas de khenfu de los espíritus de los muertos. 

41. Salve, An-af, que sales de Maati, no he arrebatado el pan del niño, ni he tratado con desprecio al dios de mi ciudad. 

42. Salve, Hetch-abhu, que vienes de Ta-she, no he matado el ganado del dios. 

Osiris y en la parte superior de la imagen la representación del tribunal de los 42 jueces
Después de que el alma del difunto recitara la Confesión Negativa y su corazón fuera pesado en la balanza, los Cuarenta y Dos Jueces, junto con Osiris y Thot, se reunían para el juicio final. Si el alma era considerada digna, era guiada hacia el Lago de los Lirios, donde encontraba a Hraf-haf, también conocido como "El que abre los caminos", desempeñó un papel crucial como el barquero que guiaba a las almas hacia su destino final en el más allá. A menudo representado con la mitad superior de su cuerpo humano y la mitad inferior de un cocodrilo, simbolizaba la conexión entre el mundo mortal y el inframundo. En la creencia egipcia, el viaje al más allá, era esencial, y Hraf-Haf era fundamental en este tránsito, navegando a las almas a través del peligroso canal sinuoso. Su papel era crucial para superar los desafíos y juicios del inframundo y asegurar un paso seguro hacia el destino final del alma.  

Una vez en la Sala de la Verdad, después de demostrar su valía siendo amable con Hraf-Haf,. las almas hallaban la paz y la dicha eterna. Este lugar reflejaba el mundo terrenal del difunto, incluyendo árboles, flores, hogar y seres queridos fallecidos. Para alcanzar esta felicidad eterna, bastaba con llegar a la Sala de la Verdad con un corazón más ligero que una pluma, tras haber vivido una vida digna según los estándares de Osiris y los Cuarenta y Dos Jueces. 

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BIBLIOGRAFIA

Bunson, M. The Encyclopedia of Ancient Egypt. Gramercy Books, 2009. 

El libro Egipcito de los muertos, ed Sirio,  WALLIS BUDGE

The Complete Gods and Goddesses of Ancient Egypt  – Richard H. Wilkinson, 2017 

Dioses y mitos del Antiguo Egipto, Robert A. Armour (Autor), Antonio Pérez Largacha (Traductor) 2014 

https://www.worldhistory.org

https://scholar.google.com/

 

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