ALEJANDRO MAGNO
A los veinte años, Alejandro Magno asume el trono de Macedonia en el año 336 a.C, mostrando habilidades militares y políticas tras ser educado por Aristóteles. Después de someter a diversos enemigos, emprende en el 334 una arriesgada expedición a Asia con cuarenta mil hombres. Desea emular a los héroes homéricos y ser el primero en pisar tierra asiática. A pesar de los desafíos geográficos, planea dominar Asia Menor y la costa del Mediterráneo oriental antes de penetrar en el corazón del imperio persa.
La invasión inicial no preocupa al rey persa, y los sátrapas locales intentan detenerla sin éxito. Alejandro derrota a sus oponentes en el río Gránico, asegurando conquistas clave en Sardes, Éfeso, Mileto y Halicarnaso.
Para consolidar su dominio, mejora su flota, elimina la amenaza persa en el mar y organiza gobiernos locales con guarniciones. Después de resolver el desafío del "nudo gordiano" en Gordio, se enfrenta a Darío III en Siria, logrando una victoria que lo lleva a apoderarse de varias ciudades, alejando a los persas del mar y consolidando el control griego en el Mediterráneo oriental.
Egipto lo recibe como liberador sin resistencia, y tras fundar Alejandría y tratar amistosamente con los egipcios, Alejandro se enfrenta al ejército persa en Gaugamela, Asiria, y Arbelas en el 331a.C. A pesar de la numerosa fuerza de Darío, su ejército es aniquilado, y ciudades como Babilonia y Persépolis caen ante el avance de Alejandro, quien vengaría el incendio de Atenas ordenado por Jerjes.
Darío huye hacia Oriente y es asesinado por Besso. El impetuoso avance de Alejandro solo se detiene en la lejana India, donde enfrenta al rey Poro y sus elefantes. Después de fundar ciudades en el este del Indo, regresa a Babilonia por tierra, mientras Nearco lo hace por mar, habiendo recorrido más de veinte mil kilómetros en su campaña.
Los triunfos de Alejandro se deben a su poderoso ejército, organizado por Filipo, destacando la falange y la caballería. Aunque pensó en invadir Arabia y, de haber vivido más, pudo haber considerado la conquista del Mediterráneo Occidental, su espíritu aventurero y ambición lo motivaban. Además, deseaba castigar a los cartagineses solidarios con Tiro.
ALEJANDRO MAGNO EN EGIPTO
Durante su estancia en Egipto, Alejandro visita Menfis, la capital, donde es reconocido como faraón y organiza festivales griegos. Dos eventos notables destacan: la visita al santuario de Amón en el oasis de Siwa, donde es saludado como hijo de Amón, y es aquí donde le ocurre el más famoso y legendario suceso. El oráculo de Amón, al cual Alejandro asistió era muy conocido en todo Egipto y Grecia. Alejandro acababa de vencer a los persas y luego se había hecho nombrar faraón, tomando el nombre de Setepenra Meryamon, el elegido de Ra y el amado de Amón, y decidió llegar a este lugar para conocer su destino.
Amón nada más que contestaba por medio de escritos a los mortales, sin embargo, ante un interlocutor tan importante decidió hablar.
-¿Me concedes el derecho a poseer El Mundo entero? Preguntó Alejandro.
-Sí- respondió el Dios.
Seguidamente, el gran conquistador interrogó a la divinidad sobre el asesinato de su padre Filipo II.
-¿Ha conseguido escapar de mi venganza algún asesino de mi padre?
-No blasfemes, ningún mortal puede contra tu padre. ¿Se entenderá mejor la respuesta del Dios?
Si sabemos que los descendientes de los faraones, es decir, la dinastía de los dioses podría ocupar el trono de Egipto, por este motivo se había contado tal leyenda y más creíble era esta al conocer como fue engendrado y nació Alejandro.
Se contaba que Alejandro Magno era por su condición de hijo putativo de Filipo, hijo de Nectanebo, el faraón destronado, que lo había engendró fecundando a Olimpia entrando en su cama bajo la forma de una serpiente. Esto suponía que Alejandro era hijo de un faraón, por lo tanto, un dios que no debía temer nada de los mortales, el oráculo de Amón tan solo había confirmado la leyenda, y como buen dios y faraón tenía que dejar huella como el crear su propia ciudad en tierras egipcias. Una ubicación estratégica entre el mar y el lago Mareotis, cerca del Nilo, era el lugar idóneo para crear su Alejandría.
Alejandro Magno ante el dios Amón, templo de Luxor |
LA CIUDAD DE ALEJANDRIA.
La fundación de Alejandría, idea personal de Alejandro, se revela como crucial para la humanidad. Este enclave se considera climáticamente propicio y estratégicamente adecuado para ser un importante centro económico y político, conectando el mundo egipcio con el griego. A través de la fundación de esta ciudad, Alejandro busca ocupar el lugar de la destruida Tiro y señala personalmente los lugares clave y las murallas de la ciudad. La información más antigua sobre la fundación proviene del historiador Amano, quien destaca la participación de una población egipcia preexistente, la aldea de Racotis, dedicada quizás a la vigilancia de los barcos en el río, cuyo nombre se conserva en un barrio de la ciudad.
El arquitecto Dinócrates de Rodas lidera el diseño de Alejandría, siguiendo el plan de Hipódamo de Mileto, con dos grandes calles perpendiculares y un sistema cuadriculado. Se cuenta que Dinócrates trazó el plano en el suelo con harina, que fue consumida por aves, hecho interpretado positivamente como un presagio de prosperidad.
El adelantado diseño de la ciudad hizo de Alejandría una ciudad única moderna y avanzada a su tiempo; destacaba por su arquitectura resistente a incendios, construida principalmente con mampostería, piedra y mármol, prescindiendo del uso de madera. La ciudad contaba con sistemas de conducciones subterráneas que llevaban agua del Nilo a las casas, depositándola en cisternas abovedadas para su posterior consumo. Las calles principales estaban adornadas con obeliscos y estatuas, ofreciendo porches para el paseo resguardado del sol, donde los comerciantes establecían sus puestos.
El embellecimiento de casas y lugares públicos incluía mosaicos, una forma artística que aparentemente tuvo sus inicios en Alejandría y que los mismos griegos adaptaron para sus nuevas ciudades en Grecia. La ciudad se destacaba por su peculiar arte alejandrino, una sección del helenístico, que convivía con el tolemaico, designación aplicada a las obras del arte egipcio tradicional durante ese periodo. Este estilo artístico capturaba escenas variadas de la vida cotidiana en las concurridas calles de Alejandría, reflejando la diversidad de su población a través de representaciones de la vida cotidiana que incluían a personas de distintas edades, estados y condiciones sociales cargadas algunas veces, con humor e incluso mostrándose en algunas ocasiones hasta grotescas.
EXPANSION URBANISTICA.
Desde sus primeros días, la ciudad experimentó una división en cinco barrios, identificados por las letras iniciales del alfabeto (A alfa, B beta, r gamma, Δ delta y E épsilon). La población era diversa, compuesta por individuos de diferentes procedencias y con variados estatus sociales. Se encontraban griegos con plenos derechos ciudadanos, así como otros que carecían de ellos. Dentro de este grupo, figuras destacadas conservaban su ciudadanía original, como atenienses, cretenses, macedonios y todo tipo de procedencias. Además, la presencia de persas, galos y particularmente semitas era notable, destacándose más tarde los judíos por mantener su unidad cultural.
En la ciudad coexistían también miembros de la población egipcia y, por último, los esclavos, aunque su número era reducido y principalmente se empleaban en labores domésticas. El incremento de la población fue más rápido que el de los ciudadanos, quienes paulatinamente representaban una proporción cada vez menor y perdieron relevancia en la gobernanza de la ciudad. A partir del tercer siglo, aquellos despojados de la ciudadanía ganaron influencia, al menos en el ámbito callejero.
Esta dinámica social caracterizó la fundación de Alejandría, marcando una evolución demográfica y política a lo largo del tiempo.
BARRIOS
A En la zona central, denominada Barrio Alfa, los griegos residían en la sección más distinguida de la ciudad, posteriormente conocida como Bruquión. Establecieron una estructura organizativa semejante a las polis en la madre patria, con divisiones en demos y fratrías, así como con sus propios magistrados y asambleas. Bruquión albergaba los palacios reales en una península que limitaba al este el Puerto Magno, junto con destacados centros culturales como el Museo, la Biblioteca, el Teatro y el Gimnasio. Esta área central se configuró como el corazón de la vida política, cultural y social de la ciudad.
B El barrio beta o también conocido como el barrio de Racotis, lugar que daba nombre a la pequeña aldea pesquera original donde se asentó la nueva ciudad de Alejandria, se erigía en una colina el Serapeo. Este enclave estaba habitado por egipcios, cuya influencia política en la ciudad aumentó significativamente tras la batalla de Rafia en el año 217 a.C., donde Tolomeo IV Filopátor logró la victoria sobre los seléucidas gracias al apoyo de tropas egipcias recién reclutadas. Con el tiempo, las diferencias entre ambos grupos se difuminaron, impulsadas por la difusión generalizada del idioma griego y la adopción de elementos culturales egipcios en la triunfante cultura helénica. Este fenómeno contribuyó a la fusión cultural en Racotis, marcando una evolución en la relación entre los habitantes egipcios y griegos en la región.
r En el barrio gamma, situado en la porción noreste de la ciudad, más allá de la puerta de Canopo, se desplegaban los campos de deportes, que incluían el hipódromo, así como las opulentas residencias de la élite adinerada, enmarcadas por exuberantes jardines. Este sector era el hogar principal de la población judía, que residía dentro de sus propias murallas. Similar a los egipcios, los judíos contaban con su propio gobernador o etnarca y regían sus vidas según sus propias leyes. Esta posición privilegiada se originó, probablemente, en la época de Tolomeo V Filopátor, como resultado de la masiva emigración liderada por el gran sacerdote Onías, Sumo Sacerdote de Jerusalén que recibió a Alejandro Magno al entrar este a dicha ciudad, lo que provocó una numerosa migración judía a Egipto, sobre todo en la zona del delta.
Cabe destacar que, a diferencia de la población griega que gradualmente se fusionó con la egipcia en Alejandría, los judíos, a pesar de adoptar el idioma y la cultura griegas, mantuvieron firmemente su religión y ciertas manifestaciones culturales distintivas. Esta resistencia, sumada a su influencia política y económica, generó reacciones anti-judías en los últimos periodos de la monarquía y durante el Imperio Romano.
Δ y E Los barrios delta y épsilon, eran los más poblados y los más cosmopolitas. Estaban situados en la parte sur de la ciudad donde convivían, como si fuera una pequeña Babel, todo tipo de etnias y clases sociales que no pertenecían a las de los otros barrios comentados. Las calles eran estrechas, las trifulcas y rivalidades eran habituales, eran los barrios más conflictivos de la ciudad, pero a la vez los más comerciales y bulliciosos, podría decirse que era la parte de la ciudad, que nunca dormía y donde todos tenían un lugar donde alojarse independientemente de su lugar de origen.
Plano de la antigua Alejandría con sus cinco barrios mas destacados |
CONCLUSION
Alejandría, en rápido ascenso, se convirtió en la ciudad más poblada del mundo antiguo, rivalizando solo con Roma en términos de habitantes. Durante muchos siglos, fue la ciudad más destacada en la parte oriental del Imperio Romano y entre las naciones de habla griega, manteniendo su supremacía hasta la larga rivalidad con Constantinopla.
Recreación de la ciudad de Alejandría y su avenida canópica, arteria principal de la ciudad que cruzaba de esta a oeste. |
Tres factores fundamentales contribuyeron a su grandeza y renombre.
En primer lugar, Alejandría fue la capital de un próspero reino, albergando una extensa estructura administrativa que buscaba maximizar los beneficios reales mediante monopolios y contribuciones sobre diversas actividades. La figura del dioiketés, o administrador, ejemplifica esta conexión entre la administración y las finanzas.
En segundo lugar, la ciudad contaba con un complejo portuario sin igual en su tiempo. El puerto interior, en el lago Mareotis, facilitaba la llegada de productos del interior del país y de importaciones del Oriente, mientras que el puerto marítimo de Eunostos manejaba tanto importaciones como exportaciones. El puerto Magno, con un área exclusiva para los soberanos, complementaba esta red portuaria.
Por último, Alejandría se destacó como la capital intelectual del mundo griego durante siglos. Su famoso Museo y Biblioteca, junto con el respaldo de los reyes y los investigadores que allí trabajaron, contribuyeron significativamente al prestigio cultural de la ciudad. Los alejandrinos formaron una sociedad culta y apasionada por la música, el arte, la literatura y las actividades intelectuales. Alejandría, que orientó a los navegantes con su faro, también guió a estudiosos de tierras cercanas y lejanas durante muchos siglos.
Bibliografia:
«Origins of the Mouseion of Alexandria», en Conrad H. Rawski, Toward a Theory of Librarianship: Papers in Honor of Hesse Hauk Shera, Metuchen, N. J„ 1973
Guzmán Guerra, Antonio, y Francisco Javier Gómez Espelosín, Alejandro Magno. De la historia al mito, Madrid, 1997.
LOS LIBROS DE ALEJANDRÍA Tapa blanda – Luis Molinos 2017
La antigua Biblioteca de Alejandria : vida y destino – Mostafa El-Abbadi 1994
Biblioteca Alejandria: Ed Gredos, Hipolito Escolar Sobrino 2003
La Biblioteca De Alejandria ed Gredos, Marcos Jaen Sanchez 2018
Poetas, filósofos, gramáticos y bibliotecarios: Origen y naturaleza de la antigua Biblioteca de Alejandría:ed TREA, Juan José Riaño Alonso 2005
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