“Algunas tumbas han sufrido más durante este último siglo que a lo largo de su historia...”
Cita de Auguste Meriette refiriéndose al saqueo y expolio sistemático que padeció Egipto durante el siglo XIX.
En 1811, después de la derrota de los mamelucos el dominio total de Egipto paso a manos de Mehmet Ali.
Tras masacrar a toda la aristocracia mameluca y confiscar todas sus tierras que utilizo para desarrollar la economía agraria del país. El nuevo Valí hizo un llamamiento por todo el mediterráneo enviando emisarios y nuevos inversionistas para la explotación del renovado estado. Buscadores de fortuna de todo tipo llegaron a Egipto y el Cairo sobre todo se estaba convirtiendo en una ciudad moderna y prospera, sobre todo la explotación del algodón y las rutas ferroviarias habían convertido a Egipto en una gran finca a disposición del Valí.
Mehmet Ali. |
Los antiguos viajeros del siglo XVIII advertían ya de la riqueza monumental de la que disponía Egipto, rumores que corroboraban los cónsules y que los escritos e ilustraciones publicadas por autores de la expedición napoleónica hacían furor en Europa, Egipto empezaba estar de moda.
LOS PIONEROS
Entre estos cazadores de fortuna que llegaron a Egipto estaba Giovanni Batista Belzoni. Su afán de cazador de tesoros le hizo hacer que descubriera en tan solo diez días tres tumbas en el valle de los reyes.
A Belzoni le gustaba lo que descubría y aprovechando la ocasión no dudaba en llevarse trozos de la historia de Egipto a Inglaterra lo que la corona de la reina Victoria agradecía mucho.
Mientras, los consulados de países europeos no se quedaban de brazos cruzados y hacían excavaciones por su cuenta, usando todo tipo de métodos, uso de dinamita y arrancando trozos de frescos y pinturas, sin mostrar ningún escrúpulo para extraer todo tipo de objetos para luego ser vendidos a museos y así sacarse algún sobre sueldo y llegándose a repartir Tebas como si fuera de su propiedad.
Giovanni Belzoni |
Para hacer esas prácticas se necesitaba dinero y personal de confianza y el cónsul británico, Henry Salt, quería apuntarse al nuevo lucrativo negocio y para eso contacto con Belzoni.
Henry Salt. |
En Tebas había una colosal figura del faraón Ramsés II de casi 3 metros de altura y de más de 7 toneladas de peso, extraída del rameseum, que esperaba ser trasladada hasta Alejandría y de allí ser llevada hasta la isla británica para terminar siendo expuesto en le Brititsh museum.
El traslado fue arduo y cargado de esfuerzo, para su mejor practica se creó un orificio en el hombro de la estatua para facilitar el transporte. Tras dos semanas, el coloso llegaba Alejandría.
Figura de Ramsés II. En el lado izquierdo de la imagen puede verse el orificio que se hizo en el hombro de la estatua para poder trasladarla. Figura expuesta en la actualidad en el british museum. |
Pero el ansia de Salt no tenía límites. En la actual tumba KV11 de Ramsés III, guardaba aun el sarcófago del rey tallado en granito rosa, una pieza así alcanzaría un buen precio en el mercado europeo y Salt volvió a utilizar los servicios de Belzoni para que este fuera trasportado. El cónsul vendió a Francia tal pieza que sigue expuesta en el museo del Louvre.
De camino Alejandría, Belzoni fue cargando otras obras para venderlas por su cuenta, Salt estaba contento por el trabajo del italiano, pero no terminaba de fiarse de sus actos y para eso mando a su secretario, Henry Beechey, que se encargara de su vigilancia.
Tras un tiempo dedicándose a desenterrar de arena la entrada del templo de Ramses II en Abu Simbel Belzoni volvió al valle de los reyes en agosto de 1817, el lugar se había convertido en un lugar de traficantes, de excavadores sin escrúpulos y de agentes de cónsules que rebuscaban las mejores piezas para vender. Belzoni tras negociar con ellos, no conocemos los tratos que hizo, llego a un acuerdo con todos para que abandonaran el valle y asi quedarse solo en el para llevar a cargo sus investigaciones.
Mientras Belzoni seguía centrado en la excavación del valle recibió la visita de un minero de esmeraldas que habia descubierto las ruinas de una ciudad romana a orillas del mar rojo.
En 1818 Belzonilo y Beechey viajaron hasta el lugar recomendado, recorriendo el desierto oriental hasta encontrar las minas y las ruinas, pero volvieron con las manos vacías.
Aprovechando la ausencia de Belzoni, Henry Salt seguía haciendo excavaciones en Tebas con la ayuda de William Bakes, un viajero del próximo oriente que se dedicaba a traficar con piezas arqueológicas a gran escala, y que se encontraba en Phile para poder trasladar un obelisco hasta Alejandría. Salt volvio a contratar a Belzoni para tal cometido; nada más embarcar el obelisco fueron retenidos por el cónsul italiano Dovretti, reclamando la pertenencia de esa obra, Belzoni ya cansado no dio más importancia al asunto y embarco juntamente con su mujer, con la intención de volver a Europa.
Salt creía que Belzoni se llevaba demasiadas cosas por su cuenta y se ha vuelto un serio competidor. Al llegar Alejandría Belzoni recibe una carta del cónsul ingles narrándole que la carga del obelisco había creado un serio conflicto diplomático y que tenía que abandonar el país hasta que la situación no se calmara.
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