EL PAPEL DE LOS PERROS EN EL ANTIGUO EGIPTO

 MAS QUE MASCOTAS.

El perro, conocido como el "mejor amigo del hombre", tiene una larga historia que se remonta a épocas remotas antes del surgimiento de la antigua civilización egipcia. Si bien los gatos son ampliamente asociados con el antiguo Egipto, los perros también ocuparon un lugar especial en el corazón de los egipcios, quienes reconocieron el valor de estos animales y apreciaron sus habilidades y talentos particulares. 

Los perros probablemente se domesticaron en Egipto durante la época Arcaica y ya desempeñaban roles esenciales como cazadores, compañeros y sobre todo guardianes, cualidad que los egipcios admiraban, valoraban y  reconocían . Sorprendentemente, la relación entre humanos y perros en el antiguo Egipto era tan cercana que se encuentra representada en una pintura en una tumba temprana que data de alrededor del 3500 a.C. En esta representación, se muestra a un hombre paseando a su perro con una correa, una escena que resulta familiar para cualquier persona en la actualidad y que también nos da una pista que las representaciones se diferenciaban de otros canidos salvajes, como chacales, que nunca se representaban con collar 

Es importante destacar que, aunque es probable que los sumerios hayan desarrollado el collar y la correa para perros antes que los egipcios, la evidencia de estos objetos aparece después del 3500 a.C. en Mesopotamia. Un ejemplo interesante, es el hallazgo de los collares de perro de la tumba del noble de origen nubio Maihirpre enterrado en la tumba KV 36

Es factible que los sumerios, conocidos por sus numerosos inventos, también hayan sido los creadores originales del collar y la correa para perros, ya que la domesticación de los perros ocurrió antes en esa región que en Egipto. 

La cualidad de guardianes le daba una distinción especial a la especie y les hacía de cierta forma ser divinizados. En el panteón egipcio hay dos dioses representados con apariencia de canidos: Anubis el dios por excelencia de la momificación, que tiene similitud con las conductas de los canidos para encontrar cuerpos bajo las arenas y desenterrarlos para terminar comiéndoselos, y el dios Wepawawetel que abre los caminos, representado como un perro de color negro y con la cualidad de Dios funerario y de la guerra. Ambos dioses tienen la cualidad de proteger al difunto durante el viaje al mas allá. 

Representación del dios Wepwawet, mostrando gran parecido con la raza del podenco faraónico

Otra prueba que demuestra la importancia religiosa de la figura del perro se encuentra en los vasos canopos, una de las cuatro representaciones pertenece a un chacal, Duamutef, vasija que contenía el estómago del difunto. 

Pero la devoción por el perro no solo se basaba en la vida terrenal, tenia sus funciones en el mas allá y también eran momificados como sus amos. 

En la creencia de que en el más allá se encontraría lo que aparentemente se había perdido con la muerte, la fe en el vínculo entre amos y perros perduraba. 

Se pensaba que una vez que el alma hubiera pasado por el juicio de Osiris y obtuviera el permiso para avanzar, el individuo emprendería un viaje al Campo de Juncos, una representación idealizada de la vida que dejaron atrás en la Tierra. En este reino, al entrar, todas las personas queridas que partieron antes saludaban al alma. En este paraíso, cada alma tendría su misma casa, su jardín y el arroyo que disfrutaron en vida. Además, en este edén espiritual, las almas se reunirían con su fiel compañero canino, quien aguardaría pacientemente su regreso a casa, forjando un eterno lazo entre amos y perros. 

La asignación de los nombres a los perros eran normalmente los mismos que la de lo humanos, en otros casos se les ponía nombres de alguna característica especifica del animal e incluso a veces usaban nombres teofóricos. 

Hay muchas representaciones artísticas de los perros en el arte egipcio, pero sin duda el máximo exponente de ello que demuestra la importancia del perro en el antiguo Egipto puede verse en esta estela llamada la “estela de los perros” 

En esta peculiar obra del arte egipcio, podemos apreciar una asombrosa variedad de animales en un espacio reducido. Destacan dos figuras caninas que encabezan la paleta que le dan su nombre. Lo que más llama la atención en esta obra son los dos leones con cuellos alargados (similar a los que se encuentran en la paleta de Narmer), que representan un anhelo de estabilidad. También resulta intrigante la presencia del grifo, una criatura singular con cuerpo de león, alas y cabeza de ave rapaz, que simboliza el poder. 

La diversidad de animales que se muestra en la paleta refleja las dificultades enfrentadas por los habitantes de la región debido a la hostilidad de la naturaleza y los desafíos que esta les presentaba. Sin embargo, un detalle revela que estas dificultades estaban, de alguna manera, bajo control, el perro, símbolo de fidelidad, vigilancia y nobleza, enmarcan el caos natural, manteniendo la situación bajo control y escenificando la notoriedad y utilidad que tenia este animal.



 

RAZAS 

Hay varias razas de perro de origen egipcio, pero los cruces entre ellas también era muy común, ya que hay representaciones en el arte egipcio, que no se parecen a ninguna clase parecida de las que disponían ¿Pero que razas eran esas? 

El Perro del Faraón o podenco faraónico  

Es una raza que evoca de inmediato la imagen de la antigua civilización egipcia debido a su apariencia característica. Aunque su desarrollo como raza moderna se ha centrado en Malta, esta raza es la personificación de los perros que se representan en las obras artísticas del Antiguo Egipto, es la representación de Upuaut que antes he citado: delgado, veloz y esbelto, con orejas grandes y erguidas. Su pelaje es corto y generalmente de un color uniforme que tiende al marrón rojizo, aunque algunos ejemplares pueden tener manchas blancas en la cola, los dedos, el pecho o la cara. 

El Perro del Faraón es conocido por su amigable y leal naturaleza hacia sus dueños, aunque también es independiente. Tiene una gran cantidad de energía, una resistencia física envidiable y es un cazador excepcional, lo que significa que la socialización adecuada es esencial si se desea que conviva con otros animales más pequeños, ya que tiende a perseguirlos. Estos perros suelen estar alerta y pueden ser bastante vocales, pero al mismo tiempo son inteligentes y fáciles de entrenar. 



Basenji 

El Basenji es una raza canina de tamaño pequeño a mediano, generalmente pesando alrededor de 10 kilogramos. Su origen se remonta al antiguo Egipto, donde eran apreciados como fieles compañeros de los faraones. Se cree que es una de las razas caninas más antiguas del mundo. Con el tiempo, la raza se extendió hacia el sur y se desarrolló especialmente en África Central, donde se valoraban por su astucia y habilidad para cazar y controlar plagas de ratas que afectaban al ganado. 

El Basenji se distingue por sus rasgos físicos únicos, como su cola enroscada y su frente arrugada, que lo hacen fácilmente reconocible. A pesar de su cuerpo relativamente corto en comparación con sus largas patas, siempre parece estar alerta debido a su apariencia. Además de su aspecto físico, el Basenji se destaca por una característica única entre las razas caninas: la incapacidad de ladrar de la manera convencional. Esto se debe a diferencias en la estructura y posición de su laringe y cuerdas vocales, lo que le impide emitir ladridos. Sin embargo, puede producir otros sonidos como aullidos y vocalizaciones distintivas. 



Saluki 

El Saluki es un lebrel originario de Oriente Medio que ha sido utilizado como perro de caza durante miles de años debido a su velocidad y precisión al perseguir y capturar presas.  

Tiene una apariencia atlética y proporciones bien equilibradas. Sus patas son largas y delgadas, al igual que su hocico. Su pelaje es corto y suave, y puede tener una amplia variedad de colores. La raza presenta dos variedades principales: una con flecos en las orejas, la parte trasera de las patas y la cola, que es la más común, y otra de pelo corto que carece de estos flecos. 



Podenco ibicenco  

Otro perro de origen egipcio es el Podenco Ibicenco, cuyas imágenes aún se pueden encontrar en las tumbas de los faraones que vivieron alrededor del año 3,000 a.C. Se cree que, después de su desarrollo inicial en Egipto, estos perros fueron llevados por los fenicios a las Islas Baleares, donde la raza experimentó su mayor desarrollo y adquirió oficialmente el nombre de "Podenco Ibicenco". 

Los ejemplares de esta raza son esbeltos, resistentes y llenos de energía, lo que les exige realizar bastante ejercicio físico y mental a diario. El Podenco Ibicenco es conocido por ser un perro cariñoso, paciente, sociable y leal a sus dueños. Disfrutan de largos paseos en el campo y suelen llevarse bien con niños y otros animales. Sin embargo, como ocurre con otros tipos de podencos, pueden ser sensibles y algo reservados ante los desconocidos, por lo que es importante prestar atención a su educación y socialización desde temprana edad. 



Armant 

El perro pastor egipcio, también conocido como Armant en honor a la ciudad egipcia, que fue la capital del nomo IV del Alto Egipto hasta la dinastía XVIII, donde se cree que se originó, es una raza que actualmente no cuenta con reconocimiento por parte de la Federación Cinológica Internacional (FCI). Aunque su historia no está completamente clara, se cree que esta raza surgió como resultado del cruce entre perros locales y razas traídas de Europa, como el Collie Barbudo. En la actualidad, el Armant se utiliza como perro pastor de ganado y también para tareas de guarda. 

En términos de tamaño, este perro es de mediano tamaño, con un peso que varía entre los 23 y los 29 kilogramos. Su pelaje es semilargo y áspero, y puede presentar una variedad de colores, siendo la combinación de tonos negros y marrones la más común. La mayoría de los ejemplares tienen las orejas erguidas, aunque algunos individuos las tienen caídas. Su cuerpo es musculoso y sus patas son robustas, lo que les permite moverse con facilidad en diversos tipos de terrenos.



Estos animales, domesticados y valorados por sus habilidades como cazadores y su lealtad como compañeros, dejaron una huella perdurable en la historia y la cultura egipcia. La relación entre los egipcios y sus perros, simbolizada por escenas cotidianas grabadas en las tumbas, es un ejemplo perdurable de la profunda conexión entre humanos y animales que trasciende el tiempo y la distancia. 



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