TAYLOR Y SMYTH, LOS PADRES DE LAS CONSPIRACIONES DEL ANTIGUO EGIPTO


Las conspiraciones sin fundamento y ni evidencias, que aún se propagan y nos hacen morder la lengua al escucharlas, tienen su origen, culpables y primeros artífices. 

las teorías y el impacto de John Taylor y Charles Piazzi Smyth en la creación y proliferación de ideas esotéricas y conspirativas sobre el antiguo Egipto, especialmente en torno a la gran pirámide de Guiza, abrió un mundo de teorías sin ningún fundamento que se han ido creyendo y perfeccionando con el paso del tiempo pese a las pruebas plausibles que desmontan tales mitos, que conviene seguir creyéndolas y hacer oídos sordos. 

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Contexto histórico y cultural, origen del misticismo en la gran pirámide 

Durante el siglo XIX, Europa experimentaba una fascinación con el Antiguo Egipto. Las campañas napoleónicas y el descubrimiento de la Piedra de Rosetta en 1799 hicieron que Egipto cobrara relevancia en los círculos académicos y en la cultura popular. Esta época vio el nacimiento de una "egiptomanía", un interés romántico y muchas veces esotérico hacia las antiguas civilizaciones.  

Las pirámides, especialmente la gran pirámide, empezaron a ser vistas no solo como monumentos funerarios, sino como receptáculos de secretos y conocimientos misteriosos. 

En este clima surgieron figuras como John Taylor y Charles Piazzi Smyth, quienes, con una visión casi mística, comenzaron a especular que las pirámides eran algo más que monumentos funerarios. Ellos plantearon que la gran Pirámide contenía verdades matemáticas, profecías y conexiones con la Biblia, en un intento por asociar el conocimiento egipcio antiguo con una influencia divina o civilizaciones anteriores avanzadas. Se llego tan lejos al idealizar tal estructura que se llegó a definir como la prueba palpable de la existencia de Dios y que solo él podría haberla creado 

Debemos suponer que a su grupo de seres humanos el Creador les permitió, en las primeras épocas de la historia, poseer tal capacidad intelectual que los llevase a realizar obras que se hallarían muy por encima de los conseguido por los futuros pobladores de nuestro planeta. Por eso supieron edificar las pirámides, lo mismo que antes Noé pudo construir el arca siguiendo los consejos de Dios John Taylor 

John Taylor: el inicio de la piramidología 

John Taylor fue un editor y matemático aficionado inglés que, sin formación arqueológica basándose en la creación de una maqueta de la pirámide que el mismo creo y sin haber viajado nunca a Egipto, lanzó una hipótesis revolucionaria para la época. En su libro The Great Pyramid: Why Was It Built and Who Built It? (1859), propuso que la gran pirámide no había sido construida solo como tumba, sino como un monumento codificado con conocimientos matemáticos avanzados, especialmente el número pi (π). 

Taylor observó que la relación entre el perímetro de la base y la altura de la pirámide era aproximadamente igual a 2π, una coincidencia que interpretó como un indicador de que los constructores poseían conocimiento sobre el valor de pi, algo que, en teoría, los egipcios de la época no conocían. Esta suposición llevó a Taylor a especular que la pirámide fue construida bajo inspiración divina o con la ayuda de una civilización muy avanzada. Para Taylor, la Gran Pirámide era un monumento de "sabiduría universal" que superaba el entendimiento y las capacidades de los egipcios de su tiempo, sugiriendo que había sido diseñada por un "arquitecto universal" o incluso por una entidad divina. 

Charles Piazzi Smyth científico y místico 

Astrónomo real de Escocia y un científico de renombre, quedó fascinado por las ideas de su sobrino Taylor y decidió llevarlas aún más lejos. Smyth viajó a Egipto en 1865 para medir la Gran Pirámide con precisión, convencido de que contenía secretos bíblicos y profecías. En su obra Our Inheritance in the Great Pyramid (1864), Smyth desarrolló varias teorías basadas en sus mediciones, argumentando que la pirámide contenía profecías codificadas que se correspondían con eventos importantes de la historia y el futuro. 

Charles Piazzi Smith, tio de John Taylor


Principales afirmaciones de Smyth 

Medidas proféticas: Smyth creía que cada "pulgada piramidal" representaba un año de historia, interpretando diversas longitudes internas como predicciones de eventos importantes. Calculó que el pasaje descendente de la pirámide representaba los tiempos de oscuridad espiritual de la humanidad, mientras que el ascendente marcaba una era de redención. 

Propuso una unidad de medida especial para la pirámide, la “pulgada piramidal”, que consideraba como una medida divina. Según él, esta medida tenía una importancia universal y su uso en la construcción de la pirámide demostraba que los arquitectos tenían conocimiento de un sistema de medición que se anticipaba a la ciencia moderna. 

Inspiración divina: Smyth, en un giro teológico, creía que la pirámide había sido construida con la guía de Dios y que los conocimientos dentro de ella estaban destinados a la humanidad. Según él, esta revelación demostraba una conexión directa con el cristianismo, llegando a considerar la pirámide como una especie de "Biblia de piedra". 

Rechazo del origen Egipcio: Smyth consideraba que los egipcios no podían haber diseñado la Gran Pirámide solos. Creía que Moisés, o algún pueblo relacionado con Israel, debía haber participado en su construcción, lo que planteaba un vínculo entre el Antiguo Egipto y las historias bíblicas. 

La naciente cultura de conspiración 

Las ideas de Taylor y Smyth inspiraron a toda una corriente de pensadores y escritores que adoptaron sus teorías como base de estudios esotéricos, espirituales e incluso conspirativos sobre las pirámides. Este campo de estudio llegó a ser conocido como piramidología y se expandió en direcciones diversas: 

Conexión con civilizaciones perdidas y alienígenas ancestrales: A lo largo del siglo XX, las ideas de piramidología fueron adoptadas y adaptadas por autores que postulaban la influencia de civilizaciones perdidas, como la Atlántida, o incluso alienígenas ancestrales en la construcción de las pirámides. Autores como Erich von Däniken popularizaron la teoría de que extraterrestres habían ayudado a los egipcios, reinterpretando las teorías de Taylor y Smyth para un público moderno. 

Teorías de la “energía piramidal” y los poderes ocultos de las pirámides: Algunos estudiosos y aficionados llegaron a afirmar que las pirámides, por su forma y estructura, concentraban "energías" especiales que podían usarse para preservar alimentos, afilar cuchillas o inducir estados de meditación profunda. Estas teorías, aunque no guardaban relación directa con los estudios de Taylor y Smyth, se originaron en la misma creencia de que las pirámides tenían propósitos y capacidades misteriosas más allá de las simples funciones funerarias. 

Seriedad, verdades y evidencia. 

William Matthew Flinders Petrie, conocido como el "padre de la egiptología científica", fue uno de los primeros en aplicar métodos precisos de medición y documentación arqueológica en la gran pirámide de Guiza. A diferencia de sus predecesores Petrie se centró en realizar un análisis meticuloso, basado en principios de precisión científica y sin pretensiones de encontrar "mensajes ocultos". 👀EGIPTOLOGOS (LOS PRECURSORES DE LA NUEVA CIENCIA)

William Matthew Flinders Petrie



En 1880, Petrie viajó a Egipto y pasó meses documentando y midiendo cada aspecto de la gran pirámide con un nivel de precisión sin precedentes. Sus estudios, publicados en The Pyramids and Temples of Gizeh (1883), establecieron las dimensiones y características más exactas hasta ese momento. 

Base de la pirámide: determinó que la base de la Gran Pirámide, aunque extremadamente precisa, no es un cuadrado perfecto. Cada lado varía ligeramente en longitud, con un margen de error sorprendentemente pequeño para la tecnología de la época en que fue construida, lo que demuestra la habilidad de los antiguos constructores egipcios. Calculó la longitud promedio de cada lado en aproximadamente 230.364 metros. 

Altura original de la pirámide: Según las mediciones de Petrie, la altura original de la  pirámide habría sido de unos 146.6 metros antes de que se perdiera el revestimiento de piedra caliza que cubría su superficie. Esta medida proporcionó un valor aceptado durante décadas y mostró que los egipcios lograron construir con una precisión casi asombrosa dada la escala del monumento. 

El ángulo de inclinación: midió el ángulo de inclinación de los lados de la pirámide y encontró que se situaba alrededor de 51° 50'. Este ángulo, que también se corresponde con la inclinación de otras pirámides, indicaba que los egipcios seguían patrones precisos en sus construcciones. Además, sus hallazgos ayudaron a corregir errores de mediciones previas realizadas por investigadores menos rigurosos. 

La cámara del rey y de la reina: Petrie midió las cámaras internas de la pirámide con un nivel de detalle sin precedentes. Documentó que la Cámara del Rey, situada en el corazón de la pirámide, tenía dimensiones de aproximadamente 10.47 metros de largo, 5.23 metros de ancho y 5.82 metros de altura. Sus estudios sobre las cámaras y los corredores internos mostraron el alto nivel de precisión y simetría en el diseño de la pirámide, desmintiendo teorías previas que atribuían estos detalles a influencias esotéricas. 



Las conclusiones de Petrie sobre el numero π 

Al medir la base y la altura de la Gran Pirámide con una precisión sin precedentes, encontró que aunque existe una relación que aproxima el valor de pi, esta relación es una coincidencia. Según él, los egipcios no construyeron la pirámide con el propósito de representar π, sino que emplearon proporciones geométricas prácticas para lograr estabilidad y simetría en la estructura. 

Petrie sugirió que los antiguos egipcios trabajaban con proporciones simples, como relaciones de 3:4 y 1:2, en lugar de recurrir a conceptos matemáticos abstractos . Para él, los egipcios no tenían necesidad de calcular π con precisión para lograr la estructura de la pirámide. Al centrarse en las proporciones visibles y funcionales de la estructura, concluyó que las técnicas de construcción se basaban en principios empíricos, desarrollados a través de la observación y la práctica. 

Corrección de errores previos: En sus mediciones, Petrie mostró que los cálculos de John Taylor y Piazzi Smyth, contenían imprecisiones y suposiciones infundadas. Petrie adoptó un enfoque neutral y preciso que demostró que el margen de error en la construcción hacía improbable una intención exacta de representar π. 

Enfoque científico frente a la piramidología esotérica: Petrie fue uno de los primeros en combatir el enfoque místico de la piramidología, resaltando que la precisión en la construcción de la Gran Pirámide respondía más a la habilidad técnica y al ingenio de los constructores que a conocimientos matemáticos secretos. Con sus investigaciones, fue claro en señalar que las teorías de Taylor eran, en el mejor de los casos, interpretaciones creativas y en el peor engañosas. 



Impacto de las mediciones de Petrie 

Las mediciones de Petrie se consideran una referencia científica que revolucionó el estudio de las pirámides, ya que eliminó las interpretaciones místicas y proporcionó datos confiables sobre los métodos de construcción egipcios. Su trabajo confirmó que las técnicas egipcias no requerían conocimientos secretos ni intervenciones sobrenaturales, sino una habilidad ingenieril avanzada y un sistema de trabajo colaborativo impresionante. 

Flinders Petrie estableció un estándar científico para la egiptología y demostró que el misterio de la Gran Pirámide se encontraba en la habilidad de los constructores egipcios, más que en teorías esotéricas o mensajes ocultos. Sus precisas mediciones y su enfoque científico siguen siendo, hasta hoy, una referencia fundamental en el estudio de las estructuras antiguas de Egipto. 

Refutación y perspectiva moderna 

Las teorías de Taylor y Smyth, aunque innovadoras y seductoras en su momento, han sido ampliamente refutadas por la egiptología moderna. Los arqueólogos han demostrado que los egipcios poseían conocimientos avanzados de geometría y matemáticas prácticas, y que no necesitaban un conocimiento del número pi para construir la pirámide. Estudios arqueológicos también han desmentido la existencia de conocimientos proféticos o bíblicos en las medidas de la pirámide, y la teoría de la "pulgada piramidal" se ha desestimado como infundada. 

La Gran Pirámide fue construida por trabajadores egipcios para el faraón Keops (o Jufu), utilizando técnicas de construcción avanzadas para la época y siguiendo principios religiosos y culturales egipcios, sin intervención de civilizaciones perdidas o extraterrestres. Sin embargo, el legado de las teorías de Taylor y Smyth persiste en la cultura popular, y aún existen numerosos libros, documentales y sitios web que exploran ideas derivadas de sus propuestas. 

Conclusión:  

A pesar de haber sido refutadas por la investigación arqueológica y científica, las teorías de John Taylor y Charles Piazzi Smyth han dejado una huella profunda y duradera en la percepción popular del Antiguo Egipto. Con su interpretación mística y su visión conspirativa sobre la gran pirámide, ambos contribuyeron a crear un imaginario cultural en el que Egipto se erige no solo como una civilización antigua, sino como un lugar envuelto en secretos y misterios insondables. Esta reinterpretación esotérica de las pirámides, alimentada por suposiciones sobre conocimientos ocultos y profecías, ha dado origen a una cultura de teorías conspirativas que aún perdura y que ha dado forma a creencias populares y pseudocientíficas. 

El impacto de estos autores no solo se percibe en las teorías sobre Egipto, sino que también ha sentado las bases para otras corrientes conspirativas que encuentran en lo desconocido un terreno fértil para la especulación. Aunque la arqueología moderna, representada por científicos ha desmentido las suposiciones místicas, la perdurabilidad de estas teorías demuestra cómo la fascinación humana por lo inexplicable puede eclipsar a la razón. En última instancia, las ideas de Taylor y Smyth nos recuerdan que la popularidad de las teorías conspirativas no siempre depende de la verdad, sino de la capacidad de alimentar el asombro y el misterio en el imaginario colectivo. 

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