Pero para entender este apartado histórico hay que entender la importancia del arraigo del gato tanto en la cultura como en la religión egipcia.
El gato en el Antiguo Egipto era mucho más que una simple mascota; era un símbolo sagrado profundamente vinculado a la religión, la mitología, y la vida cotidiana. Su importancia se reflejaba en la protección y veneración que los egipcios les otorgaban.
El gato doméstico en Egipto, conocido fue domesticado hace unos 4,000 años. Inicialmente, los gatos salvajes se acercaron a los asentamientos humanos atraídos por la abundancia de presas, como ratas y otros roedores, que proliferaban en los graneros de los agricultores. Los egipcios pronto reconocieron el valor de los gatos para proteger sus reservas de grano y comenzaron a domesticarlos.
En el hogar egipcio, los gatos eran muy valorados no solo por su habilidad para cazar plagas, sino también como compañeros. Muchas familias los cuidaban y alimentaban, y llegaron a ser tan importantes que a menudo eran momificados y enterrados con sus dueños.
El respeto por los gatos era tan grande que matar a uno, incluso accidentalmente, se castigaba con la muerte. Esto demuestra el nivel de reverencia y la protección legal que rodeaba a estos animales.
Símbolo religioso: la diosa Bastet
El gato estaba asociado principalmente con Bastet, una de las deidades más importantes del panteón egipcio. Bastet, que inicialmente fue representada como una leona feroz, se transformó con el tiempo en una diosa más benévola con la apariencia de una mujer con cabeza de gato, simbolizando la protección, el hogar, la fertilidad, la maternidad y la armonía. Su centro de culto a estaba en la ciudad de Bubastis, donde se celebraban grandes festivales en su honor. Los gatos eran considerados sus encarnaciones y estaban protegidos por la ley. La relación entre Bastet y los gatos reflejaba la dualidad en la percepción de los egipcios: los gatos podían ser tanto protectores amorosos del hogar como fieros cazadores.
Los gatos y su impacto en la cultura egipcia
El gato dejó una profunda huella en la iconografía egipcia. A menudo se representaban en jeroglíficos y en arte funerario, mostrando su estatus especial. En muchas escenas domésticas pintadas en tumbas, los gatos aparecen bajo las sillas, acompañando a sus dueños.
Los gatos también se vincularon con la luna en algunas tradiciones, debido a sus hábitos nocturnos y sus ojos brillantes, lo que los conectaba con las deidades lunares.
Influencia extranjera y su exportación
La veneración egipcia por los gatos se extendió más allá de sus fronteras. Los fenicios, grandes comerciantes del Mediterráneo, llevaron gatos egipcios a Europa y otros territorios, contribuyendo a la expansión de los gatos domésticos. El gato, que había sido casi exclusivo de Egipto, comenzó a ganar popularidad en otras culturas, aunque pocas lo veneraban con la misma intensidad.
Con la llegada de los griegos y romanos y la posterior cristianización de Egipto, el culto a Bastet y la veneración de los gatos comenzaron a declinar. Sin embargo, el impacto cultural de los gatos en la civilización egipcia fue tan fuerte que su legado persistió en la imaginería y en las leyendas posteriores. La posterior cristianización de Egipto, el culto a Bastet y la veneración de los gatos comenzaron a declinar. Sin embargo, el impacto cultural de los gatos en la civilización egipcia fue tan fuerte que su legado persistió en la imaginería y en las leyendas posteriores.
La Batalla de Pelusium
Pelusium estaba situada cerca de la rama más oriental del río Nilo, cerca del mar Mediterráneo. En la actualidad, el sitio se encuentra cerca de la moderna ciudad de Port Said.
El nombre Pelusium proviene del griego "Pelousion," que significa "fangoso," debido a la naturaleza lodosa de la región.
Pelusium estaba situada cerca de la rama más oriental del río Nilo, cerca del mar Mediterráneo. En la actualidad, el sitio se encuentra cerca de la moderna ciudad de Port Said.
El nombre Pelusium proviene del griego "Pelousion," que significa "fangoso," debido a la naturaleza lodosa de la región.
Contexto histórico
En el siglo VI a.C., Egipto estaba gobernado por la Dinastía XXVI, también conocida como la Dinastía Saíta, con Psamético III como faraón. Egipto, que había sido una potencia regional durante milenios, se encontraba en una fase de decadencia, enfrentando presiones tanto internas como externas. En particular, el Imperio Persa, bajo el liderazgo de Cambises II, hijo de Ciro el Grande, se había consolidado como una superpotencia de la época y estaba en expansión.
Psamético III |
Cambises II, ansioso por extender su dominio sobre Egipto, comenzó a preparar su invasión. La ciudad de Pelusium, ubicada en la desembocadura oriental del delta del Nilo, era la puerta de entrada a Egipto desde Asia y, por lo tanto, un punto estratégico crucial.
La batalla
La batalla de Pelusium es recordada principalmente por la ingeniosa táctica psicológica que Cambises II empleó contra los egipcios. Según el macedonio Polieno, los persas pintaron imágenes de gatos y otros animales sagrados en sus escudos. Sin embargo, la versión más conocida y dramática es que los persas colocaron gatos vivos y otros animales venerados, como perros y ovejas, en la primera línea de su ejército.
Recreación de un escudo |
Cuando los egipcios vieron el uso de sus animales sagrados en el campo de batalla, se encontraron en una posición imposible. El pánico y la confusión se apoderaron de las filas egipcias, ya que cualquier intento de defenderse podría significar la profanación de lo que consideraban sagrado. Según los relatos, esta táctica fue devastadora para la moral egipcia, lo que llevó a una rápida y decisiva victoria persa.
Consecuencias
La victoria de Cambises II en Pelusium abrió las puertas de Egipto a los persas. Psamético III fue capturado y, aunque inicialmente fue tratado con cierta indulgencia, eventualmente se rebeló contra los persas y fue ejecutado. Con esta victoria, Egipto pasó a ser una satrapía persa, marcando el inicio de la primera dominación extranjera a gran escala del país.
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